Lun 14.05.2007
rosario

CIUDAD

Cuando no saber jugar desnuda otras falencias

Una cientista de la educación analizó a chicos de escuelas marginales de la ciudad. Allí trabajó el concepto de "empobrecimiento simbólico".

Hiperactividad motriz, falta de atención, dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura, fragmentación del cuerpo en los dibujos, e incapacidad simbólica lúdica, son algunas de las pautas que la cientista de la educación Nancy Alario encontró en los chicos de escuelas urbano marginales de la ciudad a lo largo de 12 años de investigación. El Empobrecimiento Simbólico "tiene que ver con esto que se ve en los niños con conductas hiper﷓motrices, con una atención lábil, con un escaso desarrollo de la oralidad y con algo que no se ha desarrollado en estos niños, que es el juego simbólico. Ahí está el secreto de una constitución medianamente saludable y de un buen armado psíquico", explicó Alario, y determinó: "Un niño que evidencia escenas de juego simbólico, escenas de representación, es un niño que después puede representarse el conocimiento a través de los saberes que logra constituir".

Al respecto, ejemplificó que "el no poder armar una escena lúdica, o el no poder armar una hipótesis como el "a vos qué te parece, qué puede ser" y la respuesta es "no se" o "no me acuerdo", la imposibilidad de armar metáforas, los blancos en el dibujo, los dibujos sin terminar ﷓ los niños se dibujan a sí mismos sin manos, sin pies, como una cosa muy incompleta de sí mismos ﷓ y el sostén del relato, una palabra en realidad es el sustituto de todo un enunciado", son algunas de las pautas de empobrecimiento simbólico que detectó.

Además, destacó que este "no me acuerdo", fue el que terminó dando el nombre a la investigación: Los niños del Olvido, porque "hay una cuestión muy insistente de olvidar todo lo que aprenden".

Por otra parte, remarcó que "esto no es algo que se ve sólo en los contextos de pobreza, sino que se ve también en las capas medias, donde adquiere otras características. En los sectores donde las cosas se emparchan de otra manera no se ve con tanta claridad, pero hay indicios que aparecen, como el pensamiento lábil o la falta de atención".

La investigación que dio origen a estas conclusiones comenzó 12 años atrás, cuando Alario empezó a trabajar en la docencia y se preguntó "por qué en los contextos más desfavorecidos los niños no aprendían a leer y escribir". Entre los motivos indagados a los docentes figuran "situaciones familiares conflictivas, función materna deteriorada, función paterna debilitada o ausente, el no presentar signos de un lenguaje interiorizado, y los signos de pobreza simbólica". Con frecuencia aparecía "el contexto de pobreza. Esto que aparece como un caballito de batalla, no aprenden porque son pobres", remarcó la docente.

Este contexto de pobreza tenía una fuerte incidencia en la imposibilidad de ingresar a la escritura en los niños que recién comenzaban a escolarizarse, aquellos que ingresaban a 1º año EGB. Sin embargo, "cuando indagamos qué pasaba con los que ya hacía un tiempo que estaban en la escuela, se dio vuelta la categoría y quedó ubicado en primer lugar el tema del empobrecimiento simbólico", apuntó Alario.

Fue así que surgió el tema de la investigación. "Quería saber si el tema de cómo se habían ejercido en la vida de estos niños las funciones de madre y padre tenía incidencias en el desarrollo del pensamiento para que en el futuro ingresaran a la escritura", recordó la investigadora, quien explicó que luego de años de investigación se dio cuenta de que "es como que el contexto de pobreza es un obturador para que se cumplan las funciones de madre y padre de manera tal que el niño constituya su psiquismo y logre armar esta relación dialéctica entre pensamiento y lenguaje, cuyo punto de encuentro es la capacidad simbólica".

En este sentido, remarcó que "hay un componente, que es la función padre, que estaba completamente endeble o debilitada. Eran padres que se habían caído de la cadena de trabajo, padres que incluso el legado que habían recibido era el de estar fuera de la cadena de trabajo, o sea que fueron padres ya estando desocupados. Entonces esa cadena de transmisión cultural y simbólica que contribuye a armar el pensamiento, esta rota", y explicó que se trata de "una cadena de legado. El padre deposita en el hijo un legado histórico y cultural, y deposita en el hijo un mandato de continuidad. Cuando esta cadena está cortada, el niño no logra armarse psíquicamente al punto tal de estar en condiciones simbólicas de acceder a algo tan complejo como es la representación escritura".

"Es justamente la carencia de adultos significativos que les den las amarras para que se constituyan", destacó la investigadora, y continuó: "Las madres, por otro lado, que estaban dedicadas a conseguir alimentos, ropa, a estar toda la mañana en un hospital porque no consiguen turnos, etc. hacen que sean niños que se crían solos. Falta esta cuestión del adulto como organizador de las funciones psíquicas".

En este contexto Alario se preguntó qué pasa en la escuela, "adonde hay otros adultos que tienen que funcionar como adultos para el chico que no ha logrado ese armado subjetivo con el que se supone que ya tiene que entrar a la escuela. Cuando la escuela está posicionada como una institución adulta puede lograr esto y puede andamiar este proceso, pero cuando la escuela no está habilitada para tal cosa, los chicos se caen del sistema porque no logran las amarras, agarrarse para constituirse".

Al respecto puntualizó que las condiciones que la escuela debería tener para que esto sea posible son el funcionamiento de "lo normativo, pero lo normativo bien entendido, lejos de todo posicionamiento autoritario".

Informe: Paula Kearney.

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