Viernes, 20 de julio de 2007 | Hoy
La familia de Fontanarrosa pidió no enviar flores a la sala
velatoria. Por otro lado accedió a que sea enterrado con una
camiseta de Central. El testimonio de la gente que se acercó.
Por José Maggi
Pichincha se cubrió de azul y oro en el atarceder del jueves, de la mano de los jóvenes que apenas enterados que el Negro Fontanarrosa era velado en la sala de Salta y Francia decidieron rendirle su homenaje desplegando una enorme bandera con su rostro y los colores del club de sus sus amores, Central. Llegaron temprano, respetuosamente y en silencio, hasta que a pedido de los reporteros gráficos locales decidieron mostrarla. Con camisetas, gorros, bufandas, y hasta bolsos con los colores canallas, desfilaron durante horas junto a figuras como el Kily González, y amigos entrañables como el "Turco" Galli, el "Negro" Centurión, y el "Pitufo" Fernández, quienes compartieron la última cena, en la noche del miércoles. La familia, que pidió no enviar flores, accedió a colocar una camiseta de Central sobre su cuerpo, con la que será enterrado.
El Turco Galli se hizo un aparte con Rosario/12 y relató como había sido la ultima noche que el Negro compartió con sus amigos. "Fue en su casa y por el Día del Amigo, que es justo cuando lo vamos a enterrar. Nos convocó con un email que decia 'los espero en casa para hablar de Dunga y comer unos lupines'. Y mientras charlábamos, mirábamos Austria-Checoslovaquia. Pero una muestra de su estado anímico era escucharlo contar la anécdota de su implante a través de dos centímetros cúbicos de sangre que le inyectaron en la medula. El Negro contaba que le había preguntado al médico que se lo hizo cómo tenía la certeza de que en esa inyección había 35 millones de células madre".
El Turco Galli contó que esa noche se fueron a las 22.15, y lo dejaron tosiendo. "De todos modos estaba contento poque Central había ganando cuatro a cero, aunque no sabía que era a Atletico Rafaela. Estaba lúcido y hasta tuvo un mensaje esperanzador, y contaba que como el implante medular le dolía, era según los médicos un buen síntoma de que su organismo había tenido una respuesta positiva. Estaba con muchos proyectos y estaba contento con la saga de cuentos que se llevan a la pantalla en Canal 7.
En términos futbolísticos la del Negro fue una muerte inmerecida. Ya con problemas de salud jamás le nego a nadie un dibujo, o ir a ver a Central a pesar de la crisis. Por eso digo que ponerle al estadio el nombre del Negro Fontanarrosa, creo que sería el mejor de los homenajes".
El Killy se mostró consternado por la muerte del Negro. "Lo conocí a los 15 años cuando jugaba en las inferiores de Central, y desde entonces tuve una relación muy especial. Por amigos me enteraba que hablaba muy bien de mí, y supe que siempre apostaba por mí, a pesar de que era un flaquito. Después nos conocimos personalmente, y así tuve palabras de él que me guardo. Del Negro me quedo con lo último: el haber donado el símbolo de la camiseta de Central, de haber hablado con él después de la presentación de la camiseta, de haber participado en el homenaje de película que se la iba a hacer. Creo que representaba a todos los rosarinos, y a los argentinos. He conocido muchos países de Latinoamérica, y en todos es una locura lo que respresenta el Negro Fontanarrosa".
Rodrigo, uno de los jóvenes que llevó la bandera es uno los impulsores de la filial que llevaría su nombre. "Habíamos hablado para ponerle su nombre y nos había autorizado, asi que íbamos a hacer la cena inaugural y se la ibamos a entregar. Ahora se la vamos a dar a la familia". A su lado Emiliano, contó que pretendía brindarle su "último respeto a quien fue sinónimo del pueblo canalla".
Maria Florencia de 21 años, se contaba entre las adolescentes en las inmediaciones de la sala velatoria. "Vine porque era un ser extraordinario, un ser que transmitía paz y alegría, sus dibujos, su rostro, sus palabras, eran todo felicidad. Este es un golpe duro para todos los rosarinos, y para los canallas y sentíamos que debíamos estar aquí".
Entre los que llegaron al sepelio se contaban Gilberto Krass, a quien conocía desde que era un chico, "para mí es como si fuera un pariente, un amigo. Con su partida Rosario perdió a un enorme ser humano".
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