Domingo, 11 de octubre de 2009 | Hoy
CIUDAD
La temática del género no puede ser separada de los problemas sociales: exclusión, pobreza, desempleo, constituyen condiciones de existencia que colocan a las mujeres en situaciones inadmisibles. Abordar las problemáticas de género implica repensar la salud, la educación y el trabajo para que los derechos de ciudadanía puedan ser ejercitados plenamente. Las políticas de integración deben estar orientadas a la capacitación femenina en espacios productivos concretos, de manera que se consiga una inserción laboral digna y sostenida en el tiempo. En gran medida, esto depende de las condiciones económico sociales del país; además, el diseño de políticas para favorecer el mejoramiento de las condiciones de las mujeres debe tener en consideración los diferentes entornos culturales, porque el hecho de ser mujeres no supone uniformidad en las maneras de pensar y sentir.
Sin embargo, como responsables de la gestión pública, nuestra obligación es atender a los sectores más vulnerables. En este sentido, creo que el camino más directo hacia una mejora en las condiciones de existencia es la educación para el trabajo, la capacitación en oficios que alienten el empleo en jornadas completas y redunden en salarios que aporten al sostén familiar.
En cuanto a la despenalización del aborto, considero que es necesario sincerar el debate, considerar las muertes por intervenciones vinculadas con la interrupción del embarazo en condiciones de pobreza, y, de este modo, encontrar una mirada más solidaria con quienes afrontan el embarazo en condiciones de precariedad. Tal ves debamos asumir que las posibilidades naturales no siempre están acompañadas de posibilidades materiales y que sería necesario impulsar este debate con miras a proporcionar un marco de contención de salud física y salud mental a quienes afrontan un embarazo no deseado. Los esfuerzos deben estar orientados a las tares de educación sexual y prevención, sobre todo en mujeres adolescentes. Despenalizar el aborto sin proporcionar herramientas que nos ayuden a comprender todas las dimensiones del derecho a la vida es hacer nuestro trabajo a medias, pero condenar y penalizar a quienes no están en condiciones biológicas, psíquicas y sociales para asumir las responsabilidades que implica tener una familia también es insuficiente. Y, sobre todo, nos coloca en un lugar de indiferencia respecto del sufrimiento de los demás.
Hoy, más que nunca, es necesario impulsar un debate sincero en todos los ámbitos del gobierno.
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