CIUDAD
El testimonio de Augusto Duri, a 35 años de la intervención de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, conmueve. A sus 78 años, el sueño de ver reactivada la esquina de Alem y Gaboto con el proyecto educativo que gestó su administración -y que poco después vio destrozado- cobra sentido con la investigación que comenzará la Justicia Federal. "La verdadera víctima de toda esta situación es la biblioteca. Porque nuestros secuestros fueron una excusa para la liquidación. El cese impactante de la educación y de la cuestión cultural de la biblioteca fueron en perjuicio de toda la comunidad", señaló el hombre, que encabeza la única lista para la elección de la nueva comisión directiva, el 30 de julio próximo. "Buscamos que la Vigil vuelva a desarrollar su tarea cultural, educativa y social que en su memento nos prestigió; que llegó a tener 20 mil socios y más de 350 empleados", rememoró. Según indicó, el ministerio de Educación de la dictadura militar le negó a los directivos de la biblioteca el permiso para lanzar la famosa rifa que se vendía en varias provincias del país. "Nos dijeron que no porque nuestra institución representaba un estado, dentro de otro estado". Pese a la situación terrible que le tocó vivir junto a su esposa y también a su padre, Platón Frutos, Augusto sostiene: "Guardo los buenos recuerdos", como si hubieran existido algunos, en medio de "sesiones de picana", por estar acusados de "flamear la bandera roja" en Alem y Gaboto.
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