Martes, 26 de diciembre de 2006 | Hoy
CIUDAD
Por J.M.
-¿Cómo fueron los años posteriores?
-Todo fue muy duro, hasta que en el 79 me fui a vivir con mi abuela, que me dio una formación religiosa, que hoy en muchos puntos no comparto.
-¿En qué momento te reencontrás y entendés mucho más lo de tus viejos?
-Cuando empiezo a trabajar en los noventa en el puerto de Acindar, había un método de trabajo que hacía que nos terminemos peleando entre nosotros. Así que nos organizamos en un cooperativa cuando nadie lo esperaba y nos hicimos cargo de operar el puerto asociados con una empresa de San Nicolás. Todo con un apoyo enorme ideológico y económico de parte de la UOM Villa Constitución, que para nosotros es un ejemplo de vida sindical en el país. Fue difícil porque eramos 100 trabajadores, y muchos quedaron en el camino. Pero muchos otros resistieron todos estos años, incluso teniendo otras changas en los tiempos más duros, como hacer pastelitos. Pero hoy Cooperar tiene 183 socios que reciben salarios, y desde el 2003 me eligieron presidente.
-¿Qué similitud ves entre tu historia y de la de tus padres?
-Ellos resistieron un modelo también, era el comienzo de este modelo que nos ha quitado todo. Eso es lo mismo que hago yo hoy, que junto a mis compañeros administramos Cooperar y repartimos recursos cuando el modelo te dice que los recursos son todos del dueño, y que a vos te tienen que tirar lo que el dueño quiere. Creo que la lucha es la misma, pero con otras armas. No se si más o menos inteligente, eso lo marca la historia, y las situaciones particulares, no me siento ni más ni menos que otro. Porque para autogestionarse hay que tener muchas cosas claras, y hay que tener valentía de ser un trabajador que asume un rol, y no creernos que somos el dueño de la cuestión, porque en cualquier momento te podés ir de ese lugar y volver a tu puesto de laburo. A mi me tienen que elegir todos los años para estar en mi lugar de administración. La lucha es la misma, seguimos resistiendo de la misma forma.
-¿Qué heredaste de tu viejo?
-Trabajar por una sociedad mejor, por un mundo mejor. A mi viejo en varias oportunidades mi abuelo y un tío le dijeron "Raulito, pensá en tu familia, vendemos todo y te vas del país". Y él les contestaba "porque pienso en mi familia es que me quedo". Eso es lo que me hace pensar como pienso.
-Pero además tuviste otra etapa dura en tu vida.
-En el año 2002 falleció mi primer hijo de dos años a causa de un cáncer muy grande. Esto es lo más grave que me pasó en mi vida: lo de mi viejo fue muy duro, pero eso fue lo más tremendo que me pudo pasar en la vida. Quizás para muchos no tiene relación con lo otro, pero tiene que ver con un momento de nuestra sociedad: con el 2001 cuando se termina de derrumbar el país, mientras nosotros tuvimos que atravesar una etapa muy dura de tratamiento por la enfermedad. En esa etapa me tocó vivir cosas muy feas mientras mi hijo estaba internado porque pude ver como se morían otros chicos porque no llegaban las drogas, que habían triplicado su precio. Vi la crisis que vivió el país desde otro lado: esto no era el pedazo de pan para morfar, era la vida que se perdía en los sanatorios, porque los trasplantes no se hacían por las drogas no llegaban. Y me golpeó muy duro, fue la parte más triste de mi vida.
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