Amparándose en buena parte por las bondades de la informática, aunque comprendiendo que la condición de independiente no debe estar asociada a una reducción cualitativa, no fueron pocos los músicos locales que se lanzaron al terreno de la edición discográfica. Inaugurando el año, Matías Barrera publicó Veneno en la ciudad, que luego presentaría en diversos espacios a lo largo del año, mientras que Cinegraf profundizaba su prolongada incursión en el jazz--rock con Octavo Planeta, material publicado por el sello BlueArt, que engrosó también su catálogo con el imperdible Nuevos cantares del Perú de Diana Baroni y con un Adrián Abonizio interpretando sus propias obras en Extraño conocido.

En febrero, Los Vándalos plasmaron toda su energía escénica con Vivo entre Vándalos, al tiempo que el cantante, tecladista y guitarrista Carlos Vandera publicaba su Banda de sonido original de una película inconclusa. Los Susurros de Vinotinto llegarían en abril, luego de que se convirtieran en los ganadores del concurso organizado por Willie Dixon.

Junio sería un mes de los fuertes en materia discográfica: Fluido y su Complementos, Caburoblus con la placa homónima, el auspicioso debut de Juan barrilete con Bola de ego, más el primer paso en estudio de Portátiles Steady Club y su Vol 1 antecederían la llegada de Los dueños del rock & roll, con la que Tach Tumach se alejaría de los covers para comenzar a consolidar una poderosa voz propia.

Por su parte, Cielo Razzo cumpliría su cuota discográfica con la edición de su Audiografía, registro de su paso por Obras Sanitarias, y Vudú engrosaría su listado de obras con el poderoso Picaseso. Ya en octubre, Esteban Sesso publicó su Exsesso, placa ganadora del concurso de Coproducciones que fue una bocanada de aire fresco para los artistas de la ciudad. El debut de Inercia (Respirar) fue cerrando un año que en diciembre incluyó la aparición de La ley de entropía, la placa solista del notable bajista Nahuel Antuña que reúne además a los mejores intérpretes del rock local.

Por fuera de ese género, Alejandra Manzur debutó con Canto que viene, mientras que Sebastián Macchi, Claudio Bolzani y Fernando Silva musicalizaron poemas de Juan L. Ortiz para dar vida a las bellas canciones de Luz de agua.