Jueves, 1 de febrero de 2007 | Hoy
PSICOLOGíA › LAS CONSECUENCIAS DE LA HIPERESTIMULACION
Por Por Jorge Ballario*
El reducido valor de los logros personales en oposición a las idealizaciones publicitarias, la sobreoferta de opciones en relación a las posibilidades concretas de elección, la aceleración informática y la sobreestimulación general, configuran un marco ansiógeno en el que el tiempo la sensación de su transcurso se trastoca, incrementándose. El individuo precipitándose al fin de su vida y a la opacidad de su proyecto, se angustia, entra en pánico e intenta resolver el conflicto con más de lo mismo: más velocidad, más actividad, más competencia; procura de ese modo compensar con cantidad el déficit en calidad.
Por otra parte, el ruido, el bullicio, la comunicación hacen masa, generan comunidad, homogeneizan; en cambio, el silencio distingue, individualiza. En el ruido se piensa poco, se actúa conforme a lo que se siente; en contraposición, en el silencio se puede pensar más y por contraste surge la singularidad y la diferencia, con la saludable posibilidad de canalizar y expresar con producciones mentales o creatividad lo que, de no existir esta alternativa, se podría manifestar, por ejemplo, en: patologías psíquicas u orgánicas.
En términos económicos, el traumatismo psíquico se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del individuo, de su capacidad para controlar y elaborar psíquicamente dicha sobreexcitación. Hay una hiperestimulación que no alcanza a ser procesada, produciendo diversos síntomas y ansiedad. En tal caso, el exceso de datos y/o la falta de criterios para clasificarlos es también fuente de ansiedad y stress.
Debido a la lógica de la TV con su fragmentación, descontextualización y dispersión; y debido asimismo, al crecimiento geométrico de la información y a la relativización de la verdad, se acrecienta el malentendido en la comunicación humana. Además, las variables descriptas nos conducen, paradójica e irónicamente, a una especie de sociedad del desconocimiento, del desconocimiento de lo esencial.
No es en la posibilidad de elección donde se pone en práctica la libertad, sino, en la capacidad de darse cuenta del "para qué" y del "por qué" de cada elección. La elección "sola", es "ilusión" de libertad. La sociedad de la información, tal como la conocemos, al parecer, es esencialmente incompatible con la transmisión masiva entre sus integrantes, de los criterios de selectividad y relevancia necesarios, para que puedan enfrentar la avalancha informativa, y la gran incitación visual y auditiva padecidas.
El ser humano, de una vez por todas tendría que hacerse cargo de su destino, no permitiendo que se le escurra entre sus manos; perdiéndose y asfixiándose insignificantemente en una expansiva y amenazante ola tecnoinformática idolatrizada.
* Psicoanalista; de su escrito "La vorágine cultural". [email protected]
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