Ay, lector, ¿qué vamos a hacer con los chicos todo el día en casa? ¿Cuál será el destino de los pobres pequeños y medianos argentinos, futuros trabajadores, empresarios, comerciantes, diputados, senadores, jubilados, votantes, servidores y transgresores, manifestantes, beneficiarios de subsidios, estadistas, neuróticos, victimarios y víctimas de todo tipo de hechos, pero que ahora no son otra cosa que tiernos futuros de la patria, o sea, niños y niñas, chicos y chicas, prepúberes y prebúberas?

¡Y bueno, los mandamos a la colonia!

¡Qué fáciles que son las cosas para algunos, eh! ¡Y bueno, los mandamos a la colonia, los mandamos a la escuela, los mandamos al colegio, los mandamos a la facultad, los mandamos al posgrado de Harvard, los mandamos al geriátrico...!” ¡Siempre “los mandamos”, siempre “los mandamos”! Un claro ejercicio de autoritarismo poco digno de una sociedad que intenta, y de alguna manera logra, darse un espacio democrático. Cuando el mundo busca nuevos caminos, cuando en los EE.UU. un negro puede ser presidente, cuando en China puede gobernar un chino, en Israel un judío y en Arabia un árabe... nosotros ¡los mandamos!

No, no, hay que ser democráticos... hay que preguntarles a los chicos ¿quieren ir a la colonia? Y si la respuesta es “NO”, entonces decirles “¡Bueno, vas a ir igual, porque no tenemos otra alternativa, porque ya la pagamos y no vamos a tirar la plata, y porque lo digo Yo!”. ¿Se da cuenta de que así es otra cosa, lector, que si usted les explica los motivos, para los chicos es diferente, se van a sentir tenidos en cuenta, consultados, contenidos, continentes, incontinentes, pertinentes, o lo que fuera?

Bueno lector, ahora que hemos aclarado lo que evidentemente era necesario aclarar, ¡a disfrutar de la colonia!

¡Nos vemos el próximo sábado!