Sáb 14.02.2009
satira

Hoy Sátira hoy

› Por  Rudy

Dicen los taxistas, que son los referentes de una sociedad, que en enero, y un poco en febrero, “baja el laburo”. Pero igual tienen que vivir. Y de alguna manera se las arreglan. Muchas veces ni ellos mismos saben cómo. De pronto, la “guarnición” que acompañaba al bife se transforma en “plato principal”. De pronto, las frutillas con crema se transforman en “frutilla” con crema, una para cada uno. De pronto la televisión ofrece alternativas que hasta ahora no se consideraban válidas, y el cine, el alquiler de pelis, o la salida a tomar un helado, son avasalladas por el apasionante “quedarse en casa y tomar mate”. Y a veces, yerba no hay.

Para los trabajadores porteños, el verano suele ser un impasse. La mishiadura general da paso a “la mishiadura de estación”. La ropa de verano, la comida de verano, los programas de verano, los amores de verano, las terapias de verano, los reproches de verano, las calenturas de verano... Todo es “de verano”.

Y por supuesto, los curros de verano. O sea, por un lado, aquellos que, por vivir y trabajar en algún sitio de los llamados “turísticos”, ven en cada verano una oportunidad, más que ello, una posibilidad de salvarse para siempre. Tres meses parece ser, para ellos, el tiempo en el que deben producir ganancias para el resto del año... cual hormigas de fábula de La Fontaine, ven al resto del mundo como potenciales cigarras, a las cuales no hay que negarles alimento y refugio, sino que hay que cobrárselos... muy caro.

Se inventan entonces servicios, cursos, talleres, aparatitos, cremas, todo tipo de conferencias, encuentros y desencuentros. La idea es recaudar, recaudar y además, recaudar. Y si se puede, ¡recaudar!

Pero esto no pasa solamente en los sitios de veraneo. Recuerden, ya lo dije, los taxistas deben vivir. Y también los taxidermistas, los artistas, los psicoanalistas, los consultores, los doctores y los apicultores. Así que toooodos se suman a la oferta...

“Recíbase de médico en tres meses; consiga el amor de su vida sin levantarse de su sillón; baje kilos de más, suba kilos de menos; hable latín como un nativo del imperio romano; aprenda a cocinar croquetas de cerdo; escale montañas inexploradas; sea un superhéroe lleno de músculos y trastornos de identidad; aprenda a callarse cuando es necesario; taller de improvisación planificada; escriba guiones en tres semanas (sin copiarse) o en una semana (copiándose pero nadie se va a dar cuenta); sea galán de telenovela; maneje Internet como un niño de tres meses.” Todo, lector, todo puede encontrarse en los curros de verano. Incluso, un suplemento que trate el tema con humor.

Hasta la semana que viene, lector.

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