Dicen que de todo se vuelve, lector, menos del ridículo. También dicen que “partir es morir un poco”, por lo que, para compensar, ¿volver es vivir un poco? Hay quien vuelve vencido a la casita de sus viejos, porque los 20 abriles los llevaron lejos (¿a jugar a Grecia, por ejemplo?). Otros vuelven con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon su sien, los bancos de Europa “doraron” sus cuentas. Siempre se vuelve al primer amor, y la camiseta es, sin duda, uno de los primeros amores de cualquiera. “Volveré y seré millones”, dijo Evita, “quiero volver a contemplarme en tu ojos cambá, y que me beses como te besé bajo la sombra del jacarandá”, cantaba Horacio Guarany; “volver a los diecisiete después de vivir un siglo”, nos decía Violeta Parra, nos cantaba Mercedes Sosa; “ganaremos la primera y no habrá segunda vuelta”, nos prometía el Frejuli en el ‘73. “Volveré, volveré me espera la noche vestida de azul /Y hasta el arroyito que baja del cerro, traerá recuerdos de mi juventud.” Cantaba el chango Rodríguez. “Vuelvo al sur, como se vuelve al primer amor; Vuelve el cóndor del Alto Perú, esta vuelta no habrá Guayaquil; entre la niebla, un hombre alado prefiere la noche, me verás volver, me verás volver; volvió una noche, no la esperaba, había en su rostro tanto dolor”, los poetas, los músicos, todos le cantan al regreso.

Y ahora, el que regresa (¿con gloria?) es nuestro fútbol nacional: pasión, presión, prisión, pensión, poción de multitudes. Vuelven Boca, River, Racing, Vélez, Banfield, Newells... y también los nuevos: Quilmes, All Boys, con todo lo nuevo, y todo lo viejo, a jugarse por salir campeones, y por no irse a la B (y a veces, por las dos cosas simultáneamente, como parece ser el caso de River).

Y ahí estamos nosotros, los humoristas, transpirando la camiseta de este suplemento, que tiene toque, tiquitiqui, estilo y garra, a la hora de los chistes.

Hasta la semana que viene, lector.