› Por Rudy
La Ciudad de Buenos Aires siempre es un tema. Seguramente desde que el primer adelantado, Pedro de Mendoza, en 1536, habla de “los buenos aires” de esta tierra. ¿Tenía la nariz tapada, o ya habían limpiado el Riachuelo, o todavía no lo habían contaminado, o será que el bueno de Don Pedro intentó imitar a Queen y se atragantó con el bigote falso en medio de las risotadas de los pueblos originarios que se preguntaban ¿y éste es el que nos va a conquistar? La cuestión es que esa fundación salió mal, y en 1580 Juan de Garay volvió a fundarnos, pero no le cambió el nombre, quizá por una cuestión de cábala (aunque a Mendoza no la había ido bien). Como sea, desde entonces pasaron más de 400 años, y eso es mucho tiempo. Fuimos la virreina, y luego la Reina del Plata (Queen of Plate), un crisol de razas y de razzias, una ciudad vital, cosmopolita, metropolitana, freudiana y napolitana con ajo.
Buenos Aires inventa comidas, o les cambia el nombre a las que ya existen. ¿No es lo que hacen muchos chefs ahora? ¡En vez de inventar comidas, les cambian el nombre a las que hay, en un acto cuasi religioso: “Te llamabas ensalada mixta, ahora te llamas mezclum de verdes”, proclaman, mientras arrojan un poco de santo óleo, o bien aceto balsámico, sobre el plato de tomate, lechuga, radicheta, rúcula y etcétera.
Buenos Aires tiene cines, bibliotecas, canchas de fútbol, centros culturales, y tantos lugares de expresión popular.
Y tiene el Colón. Desde hace más de un siglo, ese teatro, orgullo y símbolo, templo y coliseo, donde las grandes personalidades internacionales y vernáculas se han lucido, y le han mostrado al país y al mundo de lo que somos capaces los argentinos: Y ese es justamente el problema. Los argentinos somos capaces de muchas cosas, demasiadas, buenas, malas, maravillosas y horribles. Y suelen venir mezcladas.
Y ahora el Colón está atravesando una de esas mezclas (¿o la llamamos “mezclum”?) entre una pomposa reinauguración, conflictos gremiales y arquitectónicos diversos. Y nosotros, desde nuestro propio espacio, hacemos oír nuestra voz, que no es barítono ni soprano, es de tenor... de tenor cómico.
Hasta la semana que viene, lector.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux