› Por Rudy
Julio es, todos lo sabemos, un mes muy particular. Es un mes claramente de invierno, es el mes en el que el año “pega la vuelta”; si el año fuera un partido de fútbol, en julio sentimos que “terminó el primer tiempo”, y después de un breve descanso, o a veces sin él, comienza el segundo.
Julio es el mes de la Independencia.
Para empezar, de la nuestra, desde aquel 9 de julio, cuando se dijo en Tucumán que las Provincias Unidas querían ser libres e independientes del reino de España, y de toda otra dominación extranjera; también el 4 de julio se festeja la de los EE.UU., país que festeja su propia independencia, aunque a veces es un poco remiso a festejar la de los demás.
Y el 14 de julio es la de Francia, que en este caso no se independizó de ninguna dominación extranjera, ni tampoco independizó a ninguna dominación extranjera de su propio yugo, sino que se liberó... de sí misma, o mejor dicho, de su mismísima majestad, Luis XVI, nieto de Luis XIV, quien decía “El Estado soy yo”, dando pie al auge de tendencias privatizadoras.
Y el 18 de julio es la fecha de nacimiento de la República Oriental del Uruguay, que mañana definirá con Paraguay la Copa América, dándonos pie a afirmar, como diría Panzeri, si gana Uruguay, que “fue un triunfo del fútbol rioplatense”, y si gana Paraguay, “se impuso el Mercosur”.
Julio es también un mes electoral: mañana votan en Santa Fe, y no sabemos cómo anda ahí el reparto de globos; en Buenos Aires ya votamos el 10, pero como no nos gustó nada cómo salió, vamos a volver a votar el 31, a ver si con estas tres semanas nos preparamos bien y votamos mucho mejor, ¿no? Estaría bueno comer livianito la noche anterior, acostarse temprano, capaz que una buena peli, sexo, charla, y entonces el domingo, con toda la buena onda, mostrar de lo que somos capaces los porteños..., o bien mostrar de lo que somos capaces los porteños (en el mejor y el peor sentido del término, quiero decir).
Este julio es, también, el mes de la Rural. Allí donde en el ’88 lo rechiflaron al papá de Ricardito, y en el 2008 lo ovacionaron a Cleto (¡no me diga, lector, que ya se olvidó de quién es Cleto!, ¿en serio que ya se olvidó?). Es ese lugar en el que las vaquitas no son ajenas, aunque no sean de nosotros, es donde los “desfiles de modelos” son con mugidos, relinchos, gruñidos y silbidos.
Este julio es el mes de la inauguración de Tecnópolis, el futuro que nos viene a visitar. Quizá podamos ir y averiguar cómo va a ser la Argentina del 2050, quién va a salir campeón, a cuánto va a estar el kilo de asado y esas cosas que nos interesan tanto a los argentinos y argentinas.
Y, lector, usted ya lo sabía, pero no podemos dejarlo de lado..., julio es el mes de las vacaciones de invierno. Dos semanas con los chicos sin clases, en casa, en el cine, en el teatro, en la plaza, en el baño, en el comedor, en el dormitorio, en la cucha del perro, en la jaula del hamster, en el diván de nuestra terapia, debajo de nuestra cama. ¡¡¡Que venga alguien y haga algo!!!
Y nosotros hacemos algo, lector. Hacemos... chistes. Para usted, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los que quieran reírse.
Hasta la semana que viene.
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