Sáb 19.10.2013
satira

Hoy Sátira Hoy

› Por  Rudy

Buen día, lector, ¿cómo va todo por ahí? ¿Preparándose para el Día de la Madre? Es un día importante en la vida de todos los seres humanos y, por qué no, de los mamíferos, e incluso de los ovíparos, que nunca llegarían a ninguna parte sin una madre que los hubiera empollado.

De todas maneras desconocemos si perros, gatos, elefantes, patos y palomas festejan mañana con sus respectivas progenitoras. No sabemos si las van a visitar a sus respectivas casas, cuchas, cuevas, madrigueras, nidos, gallineros, o donde sea que ellas habiten. Y al grito de “feliz día, ma” o “guauuuuu, gua” o “ quiquiriquí, quí” celebren tan importante fecha junto a aquellas que les dieron la posibilidad de ser patos, perros o guanacos.

No sabemos si los perros le llevan un huesito envuelto y coronado con un moño a su mamá para su día. O si las águilas vuelan en danza celebratoria para que sus progenitoras puedan enorgullecerse de ellas, y señalándolas con sus alas decir a sus amigas en su peculiar manera avícola de comunicarse: “¡Esa, la del medio, es mi hija!”.

Es el Día de la Madre.

Muchos psicoanalistas podrían, en un gesto que los honraría y no les haría romper por ello su regla de abstinencia (de última, lo podrían hacer en forma anónima), saludar a las madres de sus pacientes, y agradecerles por tan fecunda y fluyente fuente de trabajo.

También podemos imaginarnos a madres sobreprotectoras de hijos célebres de la historia, y lo que les hubieran dicho al conocer las ideas de sus “pequeños”.

- A Colón: “Todos van a las Indias por Oriente, pero él no... ¡él tiene que ir por el otro lado!”.

- A Armstrong: “Decime, Neil, ¿no hay en la Tierra lugares suficientes a los que ir?”.

- A Gandhi: “Te voy a llevar al médico, Mahatmito... ¡no me comés nada!”.

- A Shakespeare: “¿Escritor querés ser? Y decime, ¿de qué pensás vivir?”.

- A Napoleón: “¿A Rusia vas a ir a pelear? ¡Con el frío que hace, te podés resfriar!”.

- A Bill Gates: “¡Podrías llamarme de vez en cuando! ¿Qué soy yo, virtual?”.

- A Graham Bell: “Yo no sé para qué mi hijo inventó el teléfono... si no me llama nunca!”.

- A Galileo: “Se mueve, no se mueve... ¿y eso a quién le importa?”.

- A Churchill: “¿Sangre, sudor, lágrimas? ¿Esas son cosas para ofrecer a la gente? ¡Mucho mejor es una sopita de pollo, o un té con limón, o un buen guiso”.

- A Marcel Marceau: “¡Mi hijo ni me habla!”.

- A Lady Godiva: “¡Nena! Por lo menos podrías haberte puesto un saquito, ¿no?”.

- A Lenin: “¡Vos y tus ideas! ¿Cómo que ‘hasta que todos no hayan llamado a su madre una vez, nadie podrá llamarla dos veces’?”.

- A Einstein: “Hijo, si no querés venir a comer, no vengas... igual de la comida nada se pierde... todo se transforma en sufrimiento”.

- A Karl Marx: “¿Plusvalía? ¿Qué plusvalía? ¡Una madre lo hace todo sin esperar recibir nada a cambio!”.

- A Edipo: “¿Con quién decís que te acostaste, nene? ¡Ay, yo me muero!”.

- A Superman: “Arriba de la capa ponete un saquito, por si refresca”.

Con la madre se come, se educa y se cura, podría haber dicho, hace unos treinta años, Alfonsín. Porque hay gente que lo espera todo de la madre. Y otros, del Estado. Y hay cosas en las que se parecen, aunque la madre no tiene Cámara de Diputados ni de Senadores, y no hace falta reelegirla cada cuatro años: es para toda la vida.

Los Estados, en cambio, tienen sus leyes, sus representantes, sus normas. Sus presupuestos. Y a veces “cierran”, dejan de estar, de atender. “Una madre no podría darse esos lujos –diría mi abuela–. ¡Tiene que estar siempre!”

Pero claro, EE.UU. no es una madre, a lo sumo, un tío: el tío Sam. Y parece que el tío Sam se quedó sin presupuesto, o quería gastar plata en salud, y a la tía Patry, digo al Tea Party no le gustó la idea y le dijo: “¡No te firmo los cheques!”. Y entonces estuvieron dos semanas negociando, sin atender a sus clientes, ni a sus ciudadanos, ni a los países extranjeros a los que suelen ofrecer tan gentilmente su ayuda militar. ¡Ah, no, eso los tíos no lo suspenden nunca, ellos tienen su ética!

Bueno: estuvieron dos semanas cerrados, al borde del default, ¡y sin Rodríguez Saá!

De eso trata este suplemento, lector. Feliz Día de la Madre.

Nos vemos la semana que viene.

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