› Por Rudy
¿Cómo está, lector, cómo le va? Mejor, ¿verdad? No sé a usted, pero a mí, cada vez que pasan las elecciones, cada vez que voto, me da una sensación de “¡ahhhh...!”, una especie de alivio reconfortante, de libertad, de sentir que elijo a quienes van a gobernar, más allá de que después ese “¡ahhhh!” se transforme en “¡ohhhh!” o en “¡ehhhh!”, o peor, en “¡uhhhh!”, y más de una vez, en “¿yhhhhh?”, enmarcado en este último caso por el signo de interrogación que puede significar
¿Y... qué están esperando?
¿Y... dónde metieron las promesas que me hicieron?
¿Y... no era que iban a hacer lo contrario de lo que están haciendo?
¿Y... y ahora qué?
¿Y... no pueden, no quieren o no saben?
Muchos “¿y?”, muchas preguntas, muchos interrogantes, muchas dudas, pero, ¿sabe qué, lector? Nos quedamos (los que hacemos Sátira, y apuesto que también usted) mil veces con las dudas democráticas, con los “¿y?” post–electorales, que con las certezas, las seguridades, las afirmaciones de las dictaduras, que no dudan porque “la duda es la jactancia de los intelectuales”, ni dejan dudar. Y allí, en la prohibición de la pregunta, está el freno al crecimiento, al desarrollo. Prohíbale a un chico que pregunte (no, por favor, no lo haga) y tendrá un... ¿zombi?
Cada vez que votamos, entonces, la duda, el placer de elegir.
Pero además, esa noche, esas noches, unas horas después, termina la veda y... ¡vuelven las promesas!
¿Se acuerda, lector, que el sábado pasado estábamos muy nerviosos, en “síndrome de abstinencia”? Era porque después de un mes en el que los candidatos nos prometían el oro y el moro, el paraíso viviente, el discreto encanto de la burguesía, todo lo que usted siempre quiso saber acerca del sexo, y otras películas más, de pronto frenaron por la veda, y nosotros nos quedamos haciéndonos la película, pero sin pantalla.
Pero desde estas mismas páginas se lo dijimos, lector: “Tranquilo, que el lunes vuelven”. Y el lunes, volvieron. Ni siquiera esperaron el lunes: ¡el domingo a la noche volvieron!
Y empezaron a disfrazarse de “presidente 2015”, “jefa espiritual de los opositores”, “sabios de la tribu”, “humildes omniscientes”, “invictos, invencibles e inapelables”, “justificadores profesionales”, y tantas variaciones como posibilidades hay.
Uno que se los imaginaba probándose el traje de diputado o de senador, de pronto se encuentra con esta variopinta multitud multicolor que va por la calle, o por los medios, prometiendo maravillas si uno los vota en 2015; o un panorama tipo Egipto en tiempo de las plagas, Pompeya con el Vesubio en erupción o Diluvio sin Arca, si no lo hace.
¿Por qué lo hacen, si todavía faltan dos años? ¿Qué sentido tiene hablar ahora de un futuro ignoto? ¿Alguien sabía en el ’99 cómo sería 2001, o en 2001 como sería 2003, o en 2009 cómo sería 2011? ¿Verdad que no? Pero los políticos la tienen clara... Entonces, si ya se pusieron en campaña, no debe ser por 2015 sino por algo más cercano... Quizá de esta misma semana... a ver... a ver...
Podría ser por los 30 años de las elecciones que marcaron el regreso a la democracia. Pero no. Eso es algo para festejar y recordar, no para prometer. Quizá por la constitucionalidad de la ley de medios. Pero tampoco. Eso es una ley, y está para ser aplicada. ¿Será por el Día de Todos los Santos, el Día Universal del Ahorro, el Aniversario de la ONU? No tiene mayor sentido.
¿Y entonces? ¿A qué viene eso de “me votás y paraíso” o “no me votás y desastre”?
¡Uy, ya sé! Parece lo de “¿truco o golosina?”. ¡Están en la onda Halloween! Después del festejo con globos y bailecito de Mauricio podíamos haberlo sospechado, pero, bueno... no nos dimos cuenta. Es cierto, no es una fiesta nuestra, es una costumbre norteamericana, pero, bueno... si ya tuvimos al FMI, los fondos buitre, el Plan Brady, la convertibilidad, el dólar como moneda... sería sólo una raya más, y no de las más dañinas, en ese tigre (o tal vez deba decir “taiguer”, ¿no?).
Entonces, querido lector, festejemos que votamos, festejemos que hace 30 años seguidos elegimos a quienes gobiernan, festejemos la posibilidad de más medios de expresión, festejemos la libertad. Y el que quiera disfrazarse y andar por la calle preguntando “¿truco o golosina?”, o prometiendo cambios maravillosos, que lo haga.
Nos vemos la semana que viene.
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