› Por Rudy
¿Cómo le va, lector? ¿En qué anda? En cualquier cosa menos en descapotable, ¡¿no?! ¡Claro, porque se cumplen 50 años, medio siglo, desde que, según dicen, una bala hizo un increíble recorrido, uno que ninguna bala había hecho antes y ninguna haría después, y terminó con la vida del entonces presidente estadounidense John F. Kennedy.
Era el presidente más joven, el primer católico en llegar a la Casa Blanca (para el cargo presidencial, claro), aquel a quien Marilyn sorprendió desde adentro de la torta con el famoso “Happy birthday, mister president”. Era el marido de Jacqueline Bouvier (luego Kennedy, luego Onassis) y el que había derrotado a Richard Nixon (luego Watergate).
Era el que había enfrentado la crisis de los misiles en Cuba, el que se enfrentaba a la Guerra Fría contra otro K (Kruschev). ¡Increíble, no? ¡Un “k” (Kennedy) en Estados Unidos, y otro en la URSS...! ¡Los K van por todo, los K van por todo!, diría Lilita, mientras compara a algún otro funcionario actual con algún jerarca nazi, horrorizando a propios y ajenos.
Dicen que a Kennedy lo mató Lee Harvey Oswald, a quien se le atribuyen simpatías por la URSS, por la CIA, el FBI, la mafia... ¡Menos por San Lorenzo, se le atribuyen todo tipo de simpatías y antipatías al hombre! Oswald, a su vez, antes de que pudiera declararse culpable, inocente, agnóstico o vegetariano, fue asesinado por Jack Ruby, a quien también se le atribuyen todo tipo de pertenencias, aunque al parecer lo suyo podía ser el monetarismo más ortodoxo... dicho mal y pronto, “capaz que lo hizo por guita, nomás”. No lo sabemos, lo cierto es que murió en la cárcel, años después.
También está la película JFK, protagonizada por Kevin Kostner, después de danzar con lobos y antes de ser Robin Hood, o más o menos a esa altura. Don Kevin quiso aclarar el caso, pero no pudo, ni siquiera en la ficción.
No tuvo la suerte que sí tuvieron Robert Redford y Dustin Hoffman en Todos los hombres del presidente: sus personajes sí lograron aclarar el caso Watergate, y se alzaron con el Oscar. Bueno, es que uno de ellos, don Robert, venía de ser el Sundance Kid de Butch Cassidy, e iba rumbo al gran Gatsby, y a ser el novio de Barbra Streisand en The way we were (Nuestros años felices, seguro que se acuerda usted de la música, lector, “tara/ tara lili, lirala”. ¡Sí, ésa!). El otro, don Dustin, ya había sido “el graduado”, con Mrs Robinson y todo, pocos años más tarde sería un Maratón Man).
Pero lo de Kennedy no es una película, pasó de verdad: un presidente norteamericano fue asesinado. ¿Uno? ¡No, hubo varios! Mire; Lincoln, Garfield, Mc Kinley... y ahora JFK.
¡Todos unos expertos en matar presidentes y que nunca los agarren, aunque parezca que sí, los norteamericanos! Debe ser por eso que allí no había golpes de Estado... cuando un presidente no les gustaba mucho... ¡Pum! ¡Y andá a cantarle a Jefferson!
Si pensamos en 1963, pensamos en los Beatles, en Cassius Clay ganando la corona mundial de todos los pesos frente a Sonny Liston, en Independiente campeón con ese equipazo en el que jugaban Rolan, Pavón, Acevedo, Bernao, Savoy...
Pensamos en Illia ganando las elecciones nacionales, aunque en realidad ganó Blanco, mejor dicho “en blanco”, que era el candidato del PJ, a la sazón prohibido. Y cada uno tendrá sus recuerdos, lector.
Pero el caso JFK quedó “ahí”. Y 50 años más tarde, se lo recuerda y conmemora. Y nosotros nos metemos en el tema, porque así somos, siempre “en la mainstream” (cresta de la ola, pero dicho “fashion”), o cerquita de ella.
Y lo hacemos con chistes. ¿De qué otra manera iba a ser?
Hasta la semana que viene, lector.
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