Sábado, 21 de diciembre de 2013 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va, lector? ¿Con calor, con luz, con sudor, con fiaca, con ganas de brindar por las felices fiestas, con aire acondicionado a 24 grados, con sidra, con sexo, mentiras y video? ¡Hay tantas formas de estar... !Usted lo sabe, y cuando se acercan estas fechas, más formas todavía, ya que parece que la gente tiene que experimentar, en los últimos días, lo que “dejó para otro momento” el resto de año. Algo así como:
¡Uy, se termina el año y todavía no me levanté a la vecina del cuarto k!
Uy, ya es diciembre, y no bajé los 23 kilos que me propuse para este año.
Uy, a esta altura del año y no cumplí mis proyectos del 2009.
¡Diciembre, y yo todavía en abril!
Uy, me olvidé de cumplir años, este año.
¡A esta altura del año yo tendría que tener tres hijos más!
¡Este año solamente me quejé cuatrocientas veces!
¡Se termina el año y yo sigo casada!
¿Diciembre ya? ¿No deberíamos haber democratizado la policía a lo largo de este año?
Cada loco con su tema, lector, cada uno con su propósito, su esquema y su vida. Pero... digámoslo... el último de los interrogantes nos conmueve a todos como sociedad.
Estoy hablando de todos los que queremos una sociedad pluralista, expresiva, en que cada ciudadano se sienta cómodo, feliz, realizado, súper... o bueno, lo mejor posible.
Y vemos que la policía, o sea, quienes se supone que nos cuidan, a veces se descuidan. Y nos descuidan. No hablemos de la clásica y remanida “polipizza” de la que tantos chistes se han hecho, sino de lo que tanto hemos escuchado estos últimos días: acuartelamiento, chantaje social, abandono de tareas, amenazas, permisividad, complicidad e incluso participación directa en saqueos, posibles vínculos narcos... ¿No es demasiado para una sola institución?
Algo hay que cambiar. Algo debe cambiar. Para el bien de todos, policías, desde ya, incluidos. Y ojo que no creemos que sea el único país en el que pasa esto. Recordemos la letra de Juan Luis Guerra, en su tema “Acompáñeme civil”:
“Bajaba la Tiradentes / en mi carro rumbo al mar /de pronto un faro intermitente/ me hizo señas de parar. /Mi licencia de conducir /me pidió con ojo febril /qué se le va a hacer... /Tomó en sus manos mil papeles /burocracia elemental /total, que para nada sirve mi Registro Electoral. /Su licencia de conducir, me dijo /ha vencido en el mes de abril. /Acompáñeme, civil /al destacamento /o resuelva desde aquí /cómpreme el silencio /y olvídese de mí”.
Muchos y muchas argentinos y argentinas cantábamos y cantábamas, y bailábamos este tema hace unos 20 años. Hace unos 20 años.
Democratizar la policía, hacerla más cercana a la sociedad que debe defender, que sea un espejo de las mejoras, de la inclusión, de la posibilidad de progreso, por durísima que sea a veces. Esa parece ser la cosa. Cambiar la imagen de una institución “que castiga” a una “que protege” no es tarea fácil, no hacia afuera ni hacia adentro. Seguramente muchos policías prefieren la imagen de Harry el Sucio que la de Sérpico. O la de Robocop.
Pero también están el inspector Morse, Kostas Járitos, el comisario Montalbano... leyendas. Detectives.
Dicen, y parece que quienes lo dicen saben por qué, que a veces los que entran a la escuela de policía no son justamente aquellos que se destacan por su pacifismo, comprensión y empatía con sus congéneres, sino quienes, por el contrario, buscan en la institución una contención que no consiguen en otra parte.
Habría que pensar si ésa es una buena política a la hora de elegir a quién le damos –y le permitimos usar– un arma. Al menos, sin discriminar a nadie, habría que asegurar, para su propio bien y el de todos nosotros, la formación, capacitación y confianza necesaria, personal y profesional, que nos permita a todos confiar.
Esto –estamos seguros– es solamente el inicio de un largo debate, que esperemos que se dé. Muy probablemente haya muchas notas, escritos y, por qué no, suplementos de humor sobre el tema.
Desde aquí les ofrecemos un montón de títulos posibles, para enriquecer la polémica. De nada.
Democop
Robó, huyó y lo premiaron
Con democracia se cana
¡Abran en nombre de la democracia!
La ley y el desorden
Harry el democrático
Pizza, birrete y faso
La ley del revólver
¡Democracia, ¡uno!!
Cabos de miedo
El demonio vestido de azul
El policía nunca llama dos veces
El cana sutra
Mi calabozo, tu calabozo
Locademia de democracia
Al mal tiempo, buena cana
Esperemos, lector, que el debate sirva, funcione, nos haga bien a todos. Mientras tanto, nosotros participamos como mejor nos sale. Con chistes
Hasta la semana que viene, lector.
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