› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Cómo suena, cómo vibra, cómo retumba, cómo late? Uy, cuántas preguntas para solamente dos renglones...
Es que es así, “mi corazón eglógico y sencillo, se ha despertado preguntón esta mañana”. parafraseando a Nalé Roxlo, en ese poema tan de escuela primaria que empezaba “Música porque sí, música vana, como la vana música del grillo”. ¿Se acuerda? Estaba en el top hit de las aulas durante muchas semanas, apenas desplazado por el “Llora, llora, urutaú” de Guido Spano o, en períodos estacionales, por himnos y temas patrios diversos. Por ejemplo, en septiembre, el “Fue la lucha, su vida y su elemento...”
Más allá de la “música del aula” (parodiando a Charly García), lo cierto, o incierto, es que vivimos en mundo de sonidos, y que, según me hicieron memorizar a la tierna edad de seis años: “La música es el arte de combinar los sonidos”, y “los elementos fundamentales de la música son la melodía, la armonía y el ritmo”.
Con esos dos principios filosóficos me lanzaron a la vida y me las arreglé como pude, tratando de combinar los sonidos de manera que no me sean adversos.
Pero no se trata aquí de contar anécdotas o maneras de vivir particulares (aunque finalmente hacemos eso todo el tiempo, todas las personas), sino que solo se trata de... vivir (perdón, Litto). Como somos hombres y mujeres de carne y hueso, y no de hierro (disculpe, León), podemos entender que toda la gente tiene música (Spinetta dixit), y que eso es mejor que tener un auto, o relojes de medio millón (salutti, Manal).
Las preguntas que inician esta columna, lector, se refieren entonces a usted, a su estado, a la variación de su estado. A su melodía de hoy, a su ritmo, a su armonía. ¡¡¡Uy, cuánta cosa encerrada en una sola pregunta...!!! ¡A la flauta!
Estaba preguntándole por su clave, lector, por su pentagrama, por sus acordes y sus silencios, sus preludios y sus sonatas, sus adagios, sus “allegros ma non troppo”, sus “andante con moto”, sus días a toda orquesta, y sus solos. ¡Claro, claro que también nos importan sus solos! ¡Nosotros estamos con usted en las redondas y en las semifusas!
Y sabemos que la música va mas allá de uno... que hay música familiar, grupal, nacional, multinacional, hasta “música buitre”, detestable graznido que, sin embargo, algún juez de allá y algún personaje de acá escuchan creyendo que es música en serio. ¡Puede ser que hace mucho que la estén tocando, pero jamás va a ser clásica, es hora de que lo sepan!
Pero volvamos a la musica en serio, a la música que nos gusta, a la música que se “juega”. ¿Vieron que en castellano uno “toca” la guitarra o el violín, pero en otros idiomas, los instrumentos se “juegan” (play en inglés, jouer en francés, pre-ludio en latín)? Ojalá a mis seis años me hubieran explicado eso, y no “música es el arte de combinar los sonidos”. ¡Gracias, señorita Elena! Bueno, en las escuelas era así... ya lo sé, Perdonemos a nuestros deudores y a nuestros acreedores truchos, también.
Pero comenzamos este texto hablando de estados. Y los instrumentos, ¿no son también estados? ¿No se sintió algún día guitarra, lector? ¿O violín, piano, xilofón, birumbau, erke, charango, bombo? ¿Oboe? ¿Sabe que hay personas que tienen problemas de oboesidad? ¿No siente que a veces es usted una quena, un charango, un axolotl? (sé que el axolotl no es un instrumento musical, pero eso no impide que alguien se pueda sentir uno de ellos).
Y luego están las notas. ¿Vio que a veces uno es bemol, y otras, claramente sostenido, para no hablar del dominante que nunca falta? Y no es lo mismo ser o tener un día “Do” que un día “sí”, ¿no? Veamos
- Do. Es muy fácil reconocer a alguien “Do”. Es el (la) primero, el que se cree más fuerte, más inteligente, el soberbio, el que ante cualquier cosa que le propongan cree que el/ella lo puede hacer mejor. El DO es una mezcla de “YO” y “NO”. También es la clásica respuesta negativa de alguien que está resfriado. “¿Vamos al cine?” “Do”.
- Re. Los/las “Re” son los obsesivos de libro: repiten, recuerdan, rememoran, reconsideran, retocan, remiten, rebuscan, regurgitan, revisan, retornan, revuelven, repreguntan, y finalmente repudren.
- Mi. Esta, querido lector, querida lectora, es fácil. Los “Mi” son, somos, los narcisistas, los “primera persona”, a los que (porque todos lo somos alguna vez, aunque algunos lo son siempre; ésos son más problemáticos, claro) les cuesta muuuuucho pensar en que hay otra gente además de ellos mismos, los que se agarran la porción de pizza más grande, o la que tiene más muzzarella.
- Fa. Es lindo despertarse en “Fa”. Muy lindo, porque es como si uno naciera ese día, como si tuviera que descubrir todo. Te dicen “¿Sabés que uno más uno es dos?” y vos “Faaaaaaaah”. “Fa” es la nota de la sorpresa. Quizá por eso no tiene bemol, porque no te puede criticar, todo le resulta nuevo, sorprendente,
- Sol. Los y las “Sol” son un sol. Te iluminan, te deslumbran, te calientan. Sabés que ese día están, y te ponés contento, sonreís. Pero cuidado con el sol sostenido, que si te exponés demasiado te puede quemar. Hay que saber cuándo usar protector y cuándo exponerse. Vale la pena.
- La. Según Lacan, “La” no existe. Pero es una de la notas más interesantes de la escala. Porque está “La mayor”, “La menor”, “la histérica”, “la divertida”, “la sensible”. Hay tantas “La”, que puede llevar la vida recorrer la escala para descubrirlas todas. Hay quienes quieren ser “dominantes de la”. Suelen sonar feo, muy poco armónicos.
- Si. “Si” es un estado complicado. Porque puede ser el momento de la certeza, de la total afirmación, pero también el de la duda. Con los “Si” nunca se sabe, hay que tener muuucho cuidado en percibir dónde ponen el acento.
Bueno, lector, ésta es nuestra manera de festejar con usted el Día de la Música. A diferencia de otros, éste es uno de los suplementos que sí (con acento, tilde, de afirmación) nos gustó hacer, tanto a mí, como a re, a fa y a sol.
Nos vemos el sábado que viene.
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