Sábado, 5 de septiembre de 2015 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va lector, qué dice, como anda? Nosotros, muy contentos, ya que cumplimos, en este mismo suplemento que tiene usted ahora en sus manos, 28 años ininterrumpidos llegando a su casa sábado a sábado, para provocarle esa sonrisa, esa mirada cómplice. Esa carcajada, esa estruendosa ovación que despierta a toda su familia, vecinos y allegados, para que se rían con usted de nuestras ocurrencias.
Así estamos, lector, desde ese primer sábado de septiembre de 1987, cuando de pronto, en medio de su diario, irrumpieron estas cuatro páginas
Y mire que ha pasado tiempo, lector. Somos los mismos, pero no somos los mismos. Desfilaron por estas páginas los mejores exponentes del humor nacional e internacional: Ronald Reagan, Bush, Clinton, Gorvachov, Yeltsin, Collor, Lula, Alfonsín, Carlos Saul Primero, Mingo Convertible, Fernando el Aburrido, el FMI, el Banco Mundial, el trostkismo, la genética, la gripe aviar, la vaca loca, los mundiales, la salud, la zapan, el psicoanálisis, el tango, Saddam, Obama, Osama, Felipe, Saúl Edolver, Mauricio, Lilita, Feisbuk, Tuiter, Gates, Windows, Putin, Sarkozy, Berlusconi, los papas, los drones... ¡ya lo dijimos, los mejores exponentes del humor mundial y nacional!
Todo ha cambiado desde aquel entonces: en 1987 el sexo era presencial, no había smartfones, ni siquiera celulares (mucha gente ni teléfono tenía). Había 4-5 canales de aire y nada más (muy poca gene tenia cable), se usaba el videocasete y las palabras no se abreviaban en los SMS, que no había:
El celular era el auto de la policía.
En 1987, el neoliberalismo, aunque parezca mentira, aunque no lo pueda creer, aunque nos tache de mentirosos, era una utopía. No la nuestra, lector, ni la suya. Ni la de muchísima gente con conocimientos o no de política y economía. Pero sí la de otros.
La de unos cuantos otros.
Nos decían que el Estado era un elefante en un bazar, que era ineficiente, ineficaz y todas las palabras iniciadas en “ine” que a usted se le puedan ocurrir. Que las manos privadas mejorarían eso, y nos llevarían de viaje al primer mundo sin escalas.
Y lo del bazar, tal como esas profecías que se autocumplen, fue verdad. En los 90 vivimos en un bazar lleno de productos importados que servían para que cualquiera pudiera decir, con la frente bien alta/ (de manera de no tener que ver a los pobres a su alrededor) “en mi casa tengo un televisor japonés, una licuadora china, una videocasetera taiwanesa y un reproductor coreano” (en este ultimo caso no sabíamos si hablaba de CD, DVD o de fertilidad).
Y al primer mundo, fuimos, y pagamos en dólares que valían un solo pesito cada uno. ¿Y sabe qué, lector? Los mismos, pero exactamente los mismos que ahora dicen que el cambio está atrasado, que se se necesita una Kilomegamaxigigatera devaluación, una Subtrenmetrocleta depreciación del peso, esos mismos, aunque parezca más increíble todavía, son los que hace 20 años decían que estaba muy bien que el peso valiera un dólar. Sin tomar en cuenta de que en verdad el dólar no valía un dólar, en la cotización de quienes los prestaban.
Quiero decir, para el FMI o los grandes bancos, por cada dólar que nos prestaban, había que devolver 5, 10, 15, o un millón, no lo sé. Si quiere saber cuantos dólares habría que devolver por cada uno que “nos prestaban”, pregúntele a Griesa. O a Grecia.
Sí, no es un juego de palabras, Grecia está ahora pasando una parecida, tratando de devolver los euros que jamás les prestaron, pero sí. O sea, el mecanismo es muy simple: “Se los prestan a algunos, y los tienen que devolver otros”.
Esta buenísimo el sistema, lector. Usted me presta a mí un millón de dólares/euros, y yo le prometo que en unos años, mi sobrino segundo Ladislao Ezequiel le va a devolver 10 millones.
El tema es que no tengo ningún sobrino segundo con ese nombre, y que si lo tuviera, dificílmente contara con esa cantidad. Pero bueno, lector, ése es problema de él y de los jubilados europeos, a quien usted, me imagino, les habrá vendido “bonos de mi deuda”, para recuperar rápidamente su dinero y de paso hacerse una diferencia.
Y claro, los jubilados europeos no cobran un peso ni de milagro, porque, ya lo dijimos, ni siquiera tengo un sobrino con ese nombre. Entonces usted “les compra los bonos”, más baratitos, digamos a un milésino de su valor. ¿Y a quién le reclama? Ni a mí, que somos amigos, ni a Ladislao, que no existe. ¡Le reclama al Estado por el valor nominal!
Y el Estado siempre plata tiene, y algo les va a dar, no el total, pero seguro que más de la milesima parte, que es lo que usted pagó.
Y los jubilados europeos, en vez de echarle la culpa a usted, le adjudican los males “a esos Estados que no cumplen su palabra” y les arruinan la economía.
A veces, con una buena campaña de medios, eso se logra. Al menos es más fácil que convencer a las personas (jubilados o no, europeos o no) de lo obvio: “No deberían confiar cuando le ofrecen bonos de la deuda de mi sobrino segundo Ladislao”, a quien no conocen, pero pagan buena tasa y su vecino de al lado ya compró, no se quede afuera.
Y los países “deudores”, los arruinados por el saqueo (el saqueo de ahora, o el de hace unos años, décadas o siglos), americanos, asiáticos, africanos, o de la propía Europa, tratan de sobrevivir de alguna manera. A veces solamente les queda huir de allí lo antes que puedan.
¿Y adónde van? Adonde haya algo, comida, trabajo, techo, ilusión.
Pero a los poderosos, y a los que no lo son pero quieren imaginarse que sí, no les gusta nada verse rodeados, o simplemente acompañados, de aquellos que les pueden mostrar sus propias miserias (O “la posibilidad de”) y prefieren encerrarse en su propia seguridad. Es muy humano eso también. Como dice un amigo, “¡qué mal hechos que estamos!”.
Y así, los hay que ponen en riesgo su vida, y muchas veces la pierden, tratando de llegar, cuando llegan, en general no los dejan entrar. De todo eso, lector, trata este suplemento. Veintiocho años después, hay cosas que siguen siendo peores.
Nosotros tratamos de reflexionar sobre todo eso, a nuestra manera, o sea con humor, sin reírnos de las víctimas.
Y esa posibilidad de reflexión a través del humor, a pesar de lo difícil de la realidad, mantenida a lo largo de todos estos años, es lo que queremos celebrar con usted.
¡Brindemos porque algunas cosas sigan (el humor, la reflexión, el tener en cuenta al otro), y otras, no (el maltrato, el racismo...)!
Hasta la semana que viene.
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