› Por Rudy
¿Cómo está, lector? ¿Cómo va la vida? ¿Está usted intentando recuperar el aire por todo lo que pasó la semana anterior, aunque mas no sea para guardar el aire en algún lugar seguro y que no se lo lleven los fondos buitres? ¿O está inspirando muy pero muy fuerte para bancarse todo lo que viene en la breve, pero demasiado intensa, semana que viene?
Porque la semana que viene, lector, va a ser Semana Santa. Tradicionalmente, muchos aprovechan la coyuntura para dedicarse al retiro espiritual, o bien al turismo vernáculo, o, por qué no decirlo, a la remarcación indómita del pescado, cosa de que la gente que por esos días no consume carne., no sienta nostalgia por los altos precios vacunos.
También registramos casos de larguísimas procesiones, debido a que las rutas turísticas están congestionadas, o –una vez pasó– a que el camino a Campo de Mayo estaba obstaculizado con manchas de betún, y los militares “leales” tenían temor de tropezar con obedientes debidos.
Todo eso es parte de nuestra pasada historia, lector, También de nuestro fugaz presente. Y, por qué no decirlo, de nuestro hipotecado, perdón,. Quise decir hipotético, futuro.
La semana que viene se cumplen 40 años del golpe del 76. del mal llamado “proceso de reorganización nacional”, al que la gente, el pueblo, todos y todas, bautizamos, coloquialmente, “la dictadura”, poniendo hincapié en el “la” , porque dictaduras hubo muchas, pero como ésa no hubo, no hay, y como diría el tango “no habrá ninguna”
Y mire que dictadores militares tuvimos, lector. Personas que llegaron al gobierno ( en el poder ya estaban), sin que las urnas los legitimen, tuvimos. Sin contar que antes de 1916 las elecciones eran de por sí “ una reunión de amigos”, una especie de “lotería familiar de rancios próceres”. Desde 1916 hasta 1983, casi ningún presidente pudo terminar su mandato como correspondía, o sea, cuando la voluntad popular designaba a otro, en tiempo y forma.
Puede alguien decir, y tal vez tenga razón en hacerlo, que se trata de algo formal, pero, bueno, podríamos decir que “ hay formas que valen la pena respetar, porque nos ordenan, de buena manera, a todos.
Si pensamos en las dictadores militares que tuvo la Argentina, podríamos armar un verdadero equipo de fútbol. Apelando al tradicional 4-3-3, sería: Uriburu /J.F, arquero. La “línea de 4: Ramírez, Farell, Lonardi y Aramburu. El mediocampo: Onganía, Levingston y Lanusse. Y finalmente, la cruel delantera: Videla, Viola y Galtieri. Bignone de arquero suplente.
Son 12, y podríamos armar un banco de suplentes con, por ejemplo Rawson (estuvo muy poco), o golpistas fallidos (o exitosos pero que no gobernaron) como Menéndez, Menedez (2 veces), Poggi (62). Los de junio del 55, Rico, Seineldín, etcétera.
O sea, que, que los argentinos decidamos recordar ese día con una gran marcha, o de la manera que cada uno lo haga, es, de alguna manera, proteger nuestra historia, y, nuevamente no dejar que se la lleven los buitres.
Por primera vez, en muchos años, existe un “proctólogo antipiquetes”, o, dicho en castellano, normas que regulan las marchas, y que hablan de la posibilidad de reprimirlas si las circunstancias así lo indiquen (eufemismo cuyo significado real preferimos no conocer, porque suele ser doloroso, como mínimo, a nivel corporal).
Llevados al extremo del ridículo, nos imaginamos que, exacerbados en su necesidad de recaudar fondos frescos para pagarles a los ídem buitres, el gobierno podría llegar a “privatizar la protesta”, a que los argentinos debamos reservar nuestro lugar en la plaza, en tiempo y forma, llamando con nuestra tarjeta de crédito, (que vendría ser el DNI siglo XXI) a mano, a una empresa que podría llamarse “Piquetec” o “Reprinet”. De esta manera no solo se recaudaría n divisas (las entradas se pagan en dólares), sino también, el Estado (o la empresa) tendría absolutamente identificados a los concurrentes, y, ya lo sabemos, esos datos “valen”.
Si llegara a haber, como esperamos que ocurra, una verdadera multitud, cientos de miles, quizás un millón de personas, el acto tendría otra connotación. Pero lo cierto es que sería difícil determinar el número exacto de concurrentes. Porque estamos en emergencia estadística. Y además, la “ empresa recaudadora” seguro que le liquidaría al estado muchas menos entradas de las realmente vendidas. Y algún ministro, entre tarifazo y sinceramiento, podría decir “ ¡bueno, solamente vinieron los militantes, a comerse su choripán y su gaseosa”.
Esta será también la semana en la que el presidente de los EE.UU. visitará nuestro país. seguramente haremos todo lo posible para que se sienta como en su casa. Bueno, Siempre que Singer nos lo permita, claro. Porque bien podría conseguir una cautelar que diga “ Nadie puede sentir que esta es su casa, antes que yo”
¿Saldrán las multitudes PRO a gritar “The Patria is the Other” o “Wife of the horse, go home” (o sea, andate yegua, pero en inglés como corresponde)? ¿Agitarán banderitas norteamericanas, que no necesitaran comprar porque ya las tienen?
Si lo hacen, nadie les va a decir que “van por el donut y la cerveza” o “por el hot dog y el milk shake”, o “ a ver si encuentran un CEO amigo que les consiga un laburito en el ministerio”.
Todo eso va a pasar la semana que viene, lector, peeeero, también va a pasar que el tema del endeudamiento, “ o la manera de endeudarse mucho mas para poder decir que no nos endeudamos” o “el pacto con los buitres” va a seguir flotando, cual extraño fantasma, sobre nuestra realidad.
Ese pacto que los diputados supieron convalidar, o bien “ignoraron como no hacerlo”, que les va a permitir a nuestros nietos decir “Yo, deudor” en cualquier coyuntura que la vida le presente y quiera exhibir sus emblemas
¿Por que los fondos buitres, de pronto, pasaron ser “los holdouts”? “Hold” en inglés es “sostener” y “out” es “afuera”. Literalmente entonces, los holdouts vendrían a ser “los que la sostienen afuera”, en un alarde (si le buscamos el doble sentido) de exhibicionismo, machismo y abuso de poder que este suplemento se niega a aceptar
Por eso para nosotros, son, y seguirán siendo “los fondos buitre”, carroñeros” sepa disculpar el lector la poca belleza del termino. Es que así son.
De todo esto, y un poco más, trata este suplemento
Nos vemos la semana que viene, lector.
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