Hoy empieza el invierno, lector, como todos los 21 de junio. O sea que estamos ante el día más corto del año, aunque la sensación es que dura 24 horas, igual que el resto de los días. Lo que pasa es que en realidad dura 24 horas, igual que el resto de los días. ¿Y por qué decimos entonces que es el más corto del año? Pues, porque acá usamos días como opuesto a “noche” y no como totalidad; digamos que la del 21 de junio suele ser “la noche más larga del año”.

Sin embargo, hace 30 años estábamos viviendo una noche mucho más larga que la de esta noche. Una noche que duró más de siete años... ¿Siete años de mala suerte?, dirá usted. De alguna manera sí, aunque también podemos decir que la suerte tuvo poco y nada que ver con que tuviéramos semejante catástrofe nacional, que se dio en llamar a sí misma “Proceso”, pero fue conocida en todo el mundo como “Dictadura”. Era la noche, y no por lo bueno que puede tener la noche: intimidad, diversión, descanso, sexo, televisión (cada uno sabrá qué quiere o puede) sino, y esto fue muy claro, por el lado oscuro, siniestro, por ese lado que no nos deja dormir porque nos asusta. Sin duda, era el lado horrible de la noche.

Y en medio de todo eso, mientras se imponía a sangre y fuego un modelo cuyas consecuencias todavía estamos sufriendo, veinticinco millones de argenti-i-nos ganaremos el Mundial. Sí, el Mundial ‘78, la justa deportiva sin igual, el grito de entusiasmo universal, el Mundial que por primera vez ganó la Argentina.

Como se habrá dado cuenta, lector, es un tema difícil, pero no por eso vamos dejarlo de lado. Por otra parte, si vamos a dejar de lado todos los momentos difíciles del país y del mundo, tendríamos que hacer un suplemento en blanco. Así que... ¡allá vamos, lector, a 30 años del ’78!

Nos leemos la semana que viene, lector.