A LA VISTA
Lohana Berkins, dirigente de Alitt, frente al 24 de marzo.
› Por Juan Tahuil
“Son pocas las organizaciones que nuclean a la gente de nuestra comunidad que veo en la marcha. Siempre somos las mismas, las mismas caras, los mismos carteles”, se lamenta, autocrítica, Lohana Berkins, fundadora de Alitt (Asociación Lucha por la Identidad Travesti-Transexual), sobre la participación de las organizaciones de gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales e intersex en la marcha de repudio al golpe militar que el 24 de marzo de 1976 impuso el terrorismo de Estado. Berkins, como la organización que preside, es de las primeras en marchar junto a Organismos de Derechos Humanos desde la histórica alianza que fraguaron en los años ’90 para exigir la derogación de los edictos policiales en Buenos Aires.
“Todos los años marchamos, como corresponde, según lo sentimos –aclara Lohana–, pero este año Alitt está invitada a unas jornadas en Mar del Plata y ahí marcharemos y, obviamente, asistiremos a todos los actos conmemorativos que se lleven a cabo.”
Lohana es consciente de que las organizaciones Glttbi, en su interior, están fracturadas por elementos como la diferencia étnica, de género y de clase. “Es un engaño creer que sólo nos une la identidad sexual y de género. Las travestis somos las hermanitas pobres del movimiento: mientras que unos luchan por unos derechos, nosotras todavía seguimos pidiendo acceso a la salud, al trabajo, a la vivienda.”
“Nunca me voy a olvidar de una marcha, allá por fines de los ’90, cuando íbamos todas y todos más unidos que nunca y nos sumamos a la marcha: cuando nos incorporamos, las aguas se dividieron como en un pasaje bíblico y quedamos los de la comunidad Glttbi solos, a una cuadra de distancia. En ese momento, en vez de irnos con humillación por el desaire, decidimos quedarnos y seguimos marchando en soledad.”
“Ahora la cosa ha cambiado, marchamos juntos y, ¿viste que yo siempre ando portando carteles? Bueno cuando veo a algún compañero o compañera de otra organización, por ahí le digo que me ayude a sostenerlo y lo hacen sin ningún problema.” Pero para Lohana hay una herida abierta, que no cierra, que duele y son las 540 compañeras travestis que, a pesar de estar en democracia, siguieron siendo víctimas de la homofobia. “Nosotras seguiremos llorando, gritando y pidiendo por los 30 mil detenidos-desaparecidos, pero nadie llora por nuestras compañeras, como si en aquellos años de horror hubieran víctimas de primera y de segunda.”
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