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› Por Deep Turtle
Acabo de iniciar el proceso legal para que mi DNI me reconozca como varón. Uno de los requisitos es la redacción de una semblanza de mi vida, así el juez me va conociendo.
Es la 1:22 am y estoy en mi casa desafiando a una hoja que, por más que esté en blanco, imagino llena de casilleros que voy a tener que completar para poder acreditarme como hombre frente a alguien que no conozco ni me conoce, pero tiene la facultad de decidir sobre mi vida.
No sé cómo empezar. ¿Debería relatar cuán habilidoso soy para patear penales y tiros libres, dando cuenta de una infancia volcada sobre el fútbol? Sería una fábula ingenua. Crecí en un mínimo departamento del centro y soy de la generación del ‘80: en casa se jugaba al family game.
¿Es preciso mencionar que es cierto que nunca me sentí mujer, pero que no sería auténtico pensar en un innato rechazo hacia mi cuerpo? Porque tengo que admitir que mi cuerpo no me preocupó sino hasta que se convirtió en la frontera que me separaba de mi vida de hombre, que me separaba de mí... desde el momento en que me di cuenta de que a los ojos de los demás mi silueta era la muestra cabal de una feminidad obligatoria.
¿Me favorecerá explicar que en ningún momento transité el desplazamiento de un género hacia otro y que definiciones tales como “Trans de mujer a hombre” no tienen sentido? ¿Es conveniente que aclare que mi reflejo en los cristales no me repugna? ¿Me negará el documento si se entera de que no soy heterosexual? ¿Y si le cuento que ya no aplazo mis relaciones sexuales y hasta me saco la ropa para coger?
Quizá lo más efectivo sea decir que he sufrido desde que nací y que la única forma de calmar mi dolor es un pasaje al quirófano acompañado de todas las formalidades burocráticas que tanto ansío. Pero no estoy dispuesto a operar mis genitales. ¿Con qué objeto habría de intervenir algo que cumple perfectamente su función y que está muy lejos de provocarme disgusto?
Se me ocurre que sería más sencillo hacer de mi biografía un relato arquetípico. No sería difícil elaborar un plan de acción con el recurso del enfermo que necesita cura, preservar mi intimidad y resumir esta crónica en el conjunto de síntomas paradigmáticos detallados en cualquier manual de psiquiatría. Pero llevo 27 años estudiando para que se reciba otra persona, reuniendo años de antigüedad laboral y aportes jubilatorios para alguien que no soy yo, creo que es hora de empezar a escribir esta historia con mi propio trazo.
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