Vie 04.12.2009
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Carta abierta a la Iglesia Católica Apostólica Romana

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Antes que nada quisiera aclararles que he tenido, a lo largo de mis 21 años, una educación basada en sus preceptos. Rezo todas las noches su conocido Padrenuestro, creo en la Virgen y demás santos. Sin embargo, mi experiencia en la cercanía a su institución me ha enseñado que no es tan impoluta como ustedes mismos predican y que eso, a diferencia de lo que pueden creer, NO ES MALO. Son seres humanos, como el resto... deberían aceptarlo de una buena vez.

No voy a explayarme en mis opiniones sobre ustedes, como ustedes suelen hacer sobre el resto del mundo. Prefiero dar fundamentos y en todo caso HACER cosas que vayan más allá de la simple expresión de deseos u opiniones, algo que también deberían hacer, ya que su no actividad (sobre todo por parte de sus miembros de mayor jerarquía) con respecto a la sociedad, la pobreza, etc., está resquebrajando su otrora absoluto poder. Dejen de hablar tanto y hagan. (Siempre me pregunté qué hace usted, Bergoglio, todo el día, cuando no está discriminando al diferente u opinando sobre todo por televisión. Insisto: opinando y no haciendo, que es otra cosa.)

Pero, vamos a los fundamentos: gente, ¡no son el Estado! Abran la cabecita, ¿sí? La pluralidad es tan fantástica, tan creativa, fomenta tanto el crecimiento individual y social. No hace falta dejar de lado creencias y educaciones para poder compartir, de eso se trata: compartir, convivir con la diversidad. No es tan complejo y creo, con todo respeto, que eso no está en contra de lo predicado por Jesús en tiempos inmemoriales.

En 1888, el matrimonio dejó de ser un sacramento para convertirse en un contrato civil. CIVIL, NO RELIGIOSO, es decir exento de cualquier connotación con Dios, el padre de la parroquia de al lado o el Papa, un rabino, una pastora evangélica o lo que sea. El Estado argentino es LAICO. Sí, en nuestra Constitución Nacional se adopta el culto católico apostólico romano, pero eso no quiere decir que a partir de 1853 todos debían venerar a la Iglesia Católica sino que los constituyentes de ese año (debo remarcar que estamos en 2010) poseían esa religión. Es más: pocos artículos después se declara la libertad de culto.

Sigo: el matrimonio es un contrato civil que puede disolverse con el divorcio. Al ser de carácter civil, y tener todo lo que se decida al respecto carácter nacional, las decisiones que se tomen deben partir de organismos federales. Es decir, involucran a toda la población, no sólo a los católicos apostólicos romanos. Eso es lo que deben entender. NADIE LES DICE QUE ESTEN DE ACUERDO, QUE SE HAGAN HOMOSEXUALES. No acepten gays, lesbianas, trans, bisexuales a su “comunidad” si no quieren (eso también sería discriminación para mí, pero es “su territorio”); no interfieran, nada más. Yo no creo en ustedes. No me parecen representantes de Dios, pero conozco mucha gente que sí lo hace. No voy y les digo que son enfermos, dogmáticos, pedófilos, cerrados y que merecen morir en una hoguera o desaparecer. Simplemente los dejo ser. Tienen el derecho.

Si yo me quiero casar con una hipotética novia, ustedes no son absolutamente nadie para venir a impedírmelo. Es una cuestión entre mi pareja, el Estado y yo. Es mi derecho poder hacerlo.

Paola Gisel González
DNI: 33.599.066

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