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Aislamiento, miedo, amor, fluidos, discriminación y muerte. Palabras que giraban en torno del VIH en los primeros años de la pandemia. Aquí, cuatro clásicos del cine en los que el virus muta hasta que se convierte en piezas fílmicas memorables.
› Por Ariel Alvarez
El chico de la burbuja de plástico, 1976
Quienes pasan los treinta y pico seguramente recordarán esta película en donde un joven y sexy John Travolta encarnaba a Tod Lubitch, un adolescente que desde su nacimiento padece una extraña enfermedad: no posee sistema inmunológico. Por eso, para poder sobrevivir, es confinado a vivir aislado en ambientes rodeados de plástico. Cuando en su adolescencia el joven Tod se enamora de Gina decide salir y exponerse al beso que quizá lo mate. The Boy in the Plastic Bubble aparece años antes de que la existencia del VIH fuera mundialmente conocida debido a la muerte de Rock Hudson. Pocos saben que esta historia está basada en la vida de David Vetter, que nació en Texas en 1970 con SCDI (siglas en inglés de Inmunodeficiencia Severa Combinada), una serie de enfermedades genéticas muy raras que provocan que, a los pocos meses de nacer, el sistema inmune sea incapaz de fabricar los linfocitos. Para el público en general, y la mayoría de las críticas y reseñas, El chico de la burbuja de plástico es recordada como “la película donde el pibe tiene una enfermedad parecida al sida”. El detalle: Buzz Aldrin haciendo de él mismo, un héroe americano segundón que visita jóvenes enfermos.
Vampyrer, 2008
Vera (Jenny Lampa) y Vanja (Ruth Vega Fernández) son dos hermanas vampiras. No son inmortales, no tienen colmillos, ni superpoderes: sobrellevan una vida clandestina como consecuencia del mal sanguíneo que les transmitieron sus padres (única vía de contagio). Roban dinero, bancos de sangre y, en algunas ocasiones, cuando el hambre acecha, matan sin contemplación. La noche en la que transcurre el film, Vanja le confiesa a su hermana que está decidida a abandonar la vida de destierro de los vampiros: se ha enamorado de un hombre. Vera, más joven y rebelde, por temor a ser abandonada, comete un error fatal: en un club nocturno, asesina y bebe la sangre del líder de una pandilla de motoqueros skinheads. Esto las obligará a correr por sus vidas.
Dirigida por el sueco Peter Pontikys, Vampyrer es una exquisita e inusual película. Con una estética que mezcla el minimalismo con el gótico, este film es de miedo: el miedo al otro en su forma más violenta, el miedo a la soledad, el miedo a confesarse enfermo y querer formar una familia. El detalle: Vampyrer, junto a Let the Right One in, de Tomas Alfredson, son dos magistrales ejemplos de cine sueco en donde la figura del vampiro es utilizada para hablar de discriminación, homofobia, VIH y sexualidades alternativas.
Mala sangre, 1986
Esta historia transcurre en París en un futuro incierto, pero cercano. El mundo se ve amenazado por la existencia de un extraño virus, el STBO, que está matando a —presten atención— todos aquellos que “hacen el amor sin amor”. Marc (Michel Piccoli) y su amigo Hans deben dinero a una dura mujer de la mafia apodada “La Americana”. Para saldar su deuda recurren a un joven llamado Alex (Denis Lavant), un chico rebelde que posee una innata habilidad en sus manos, y le proponen robar una muestra del virus que se encuentra aislado en un laboratorio. Alex, decidido a cambiar de vida, acepta el trabajo. Abandona a su novia Lise (una muy joven y bella Julie Delpy), deja sus pertenencias en lo de su amigo Thomas y se instala en una carnicería donde Marc y Hans planean el robo. Allí conoce a Anna (Juliette Binoche), mujer de Marc, y se enamora locamente.
Dirigida en 1986 por Leos Carax, quien nunca reconoció haber usado como referencia al VIH, Mauvais sang es una historia apocalíptica, y terrible, con un extraño sentido del humor que aporta la vuelta de tuerca al drama: Thomas ama a Lisa. Lisa ama a Alex. Alex ama a Anna, pero Anna ama a Marc. Todos amores destinados a un fracaso mortal por la existencia del virus. El detalle: por esta película el mundo conoció a Juliette Binoche y todxs nos enamoramos de ella y de Alex.
Safe, 1995
Todd Haynes (Velvet Goldmine, Lejos del Paraíso) dirigió en 1995 esta extraña ficción en la cual una insuperable Julianne Moore encarna a la señora Carol White, un ama de casa blanca, rica y protestante que parece tener una vida plena y sin sobresaltos: clases de gym, dietas, reuniones de amigas. De pronto toda su existencia se ve alterada cuando empieza a padecer una extraña enfermedad que la hace toser, desmayarse, vomitar. Todo su mundo, una gran quimera del american way of life, se desmorona ante la incapacidad de la medicina convencional de encontrar una cura a la llamada “enfermedad ambiental”. Es así que la señora White decide ingresar a un centro de salud exclusivo, regenteado por el extraño psiquiatra Peter Dunning (Peter Friedman), un charlatán high society, que practica la medicina alternativa. En este centro de recuperación está la única alternativa de supervivencia: una forma de vida exageradamente aséptica y aislada.
Ambientada en 1987, Safe plantea no sólo una disimulada evocación al VIH (una de las principales preocupaciones de Haynes) sino también una crítica a la oscura sociedad del bienestar que trata de excluir a todo lo enfermizo, contagioso e irreparable. El detalle: Safe fue reconocida como la mejor película de los ‘90 por la crítica norteamericana.
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