› Por Naty Menstrual
Según me contaron, la mujer se excita por lo táctil y el hombre es mucho más visual, por eso la industria porno está casi íntegramente apuntada al mundo macho y los kioscos de revistas se caen de tapas que ya no tienen límite en la colección de culos y tetas siliconadas. Yo sólo haría un desnudo cuidado, como dicen las actrices. La cosa es que no sólo se les van los ojos con cuanta teta o culo rebote en las veredas, también hay muchos a los que se les va la lengua y ahí llega la musicalidad del típico e infaltable piropeador argentino, que nada lo detiene en su romántico oral cometido, desde el refinamiento más sofisticado, el humor más simpático e inteligente o derrapar velozmente en la guarangada más sucia.
Caminando por la 9 de Julio una noche, yéndome a bailar, un cartonero caliente me gritó “Morocha haceme un pt. Morocha hermosa haceme un pt” Y yo apurada por llegar a la disco me doy vuelta y le digo elegantemente: “Que te lo haga tu abuela”. Como por arte de magia pasé de morocha hermosa a “QUE TE HACES EL LINDO PUTO FEO, CALLATE PUTO DE MIERDA”. Qué facilidad admirable para transitar diferentes estadios que tengo... Otro día, caminando con amigas, un muchacho con pinta de obrero de la construcción en bicicleta me miró a los ojos y me dijo románticamente: “COMO TE COMERIA EL HIGADO”. No sé a ciencia cierta si era obrero de la construcción o el primo latinoamericano de Hannibal Lecter. Y sigue la lista: “De qué caja saliste bomboncito, que te desenvuelvo”, “Qué zanja y yo sin botas”, “Cómo te rompería ese…” Los hombres piropean y piropean llenándose con imágenes la cabeza, aunque llegado cierto tiempo de mi experiencia, creo que más de una vez la acción entre las sábanas dista mucho de esa enorme habilidad que suelen desarrollar en sus grandes bocas abiertas. El piropo puede ser lindo, romántico y elegante o puede ser ofensivo y desubicado, y algunos pensarán “bueno, por lo menos todavía te dicen algo”.
Me quedo con el último que recibí, proveniente de un almacenero de barrio, o mejor dicho, cajero de supermercado chino, que haciendo gala de su metier, me dijo un piropo entre gastronómico, chinesco y erótico. “Corazón de arroz, la que me cuelga es para vos”. Le tomé la palabra. No tengo suerte. El chino era Triple 0.
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