Viernes, 4 de julio de 2008 | Hoy
ES MI MUNDO
Llegó hace 28 años a la Argentina y en la década del ’80 creó esta compañía con un nombre que hasta entonces sólo remitía a huevos de pescado y lujo extremo. A partir de la creación de Caviar, al menos en estas tierras esa palabra significa también espectáculo brillante, una marca, un estilo de vestuario, de cambio de vestuario, de maquillaje, de actuación, performance inconfundible. Por primera vez en tantos años, el francés Jean-François Casanovas
llevará su espectáculo a España, no sin antes probarlo con público local en el Maipo. Con cuadros de espectáculos anteriores, “Conga” y “Segundo piso”, más algunos agregados especialmente for export, el equipo integrado por Emilio Solá ofrece una versión corregida y aumentada de lo que hicieron hasta el momento. Entre acto y acto, Casanovas le da de probar a Soy algunos de los ingredientes y confía parte de la receta que hace que su plato de Caviar sea lo que es.
1 Ni hombres disfrazados, ni travestis, ni transformismo. Nada de eso. Construyo personajes con características femeninas. Pero en realidad son una recreación que va hacia la caricatura, personajes teatrales que se apoyan en lo gestual. Nuestros personajes son, como en Roger Rabbit, esa diferencia entre toons y humanos. Los toons se permiten licencias que los humanos no tienen o no pueden. El personaje femenino que creamos se mueve con la estrategia de un toon, está más allá de un humano, y hace cosas que no haría un humano, más allá del realismo y de la preocupación de un mensaje. Son personajes desbordados y desbocados, desopilantes, son surrealistas, están en la saturación y viven situaciones de soap opera o de telenovela latina de las tres de la tarde.
2 Me preguntan desde cuándo me visto de mujer. Y nunca me vestí de mujer. Me visto de un personaje. Es como si tuviera que decir cuándo empecé a vestirme de monja. Los personajes mujeres son varios. Es más: se trata de una circunstancia donde uno pone al personaje. Eso no quiere decir que tengan algún parentesco entre ellas sino que son como estereotipos sacados de un freezer, no tienen una relación pre y post al cuadro que se ve. Son unidades per se, empiezan y terminan y no continúan en la otra escena. En la vida íntima no tengo esos personajes para la vida personal, porque nunca fantaseé con verme inmerso en la vida real con un ajuar femenino, no me cuadra. Cero, en lo más mínimo, ni puertas adentro, ni puertas afuera. Yo soy geminiano, nací el 26 de mayo, y tengo asumida la dualidad geminiana de doble personalidad. Desde una perspectiva terapéutica, me desahogo con el ropaje, pero en el escenario, ése es el límite.
3 Me gusta el humor negro, y entonces todo gira en torno de la cosa ácida o áspera, que refleje los instintos más bajos de los humanos. Caviar no tiene un humor filosófico sino la risa franca de cuando uno se resbala en la cáscara de una banana. De este espectáculo me gusta mucho la escena de una paralítica en silla de ruedas, el hecho de manejarse en esa silla de ruedas como si fuera nada, otro objeto sin trasfondo, esa libertad de andar ahí como si no existiera la silla, aunque el público la ve. Una buena carcajada en el momento adecuado siempre te predispone mejor para lo que va a venir después.
4 Para que un personaje femenino merezca ser representado por Caviar tiene que tener problemas. Tiene que estar al borde del caos permanentemente, sea cual sea el nivel de estrés. Siempre es divertido ver a una mina que le agarra un ataque de nervios, es como la persona que pisa la banana, pero siempre buscándole una vuelta de tuerca a la problemática. El hecho de ser mujer las problematiza porque es un mundo que existe desde su propia lógica. Desde una lógica masculina, hay cosas de mujeres que son extrañas. Son esos puntos límites muy interesantes para la actuación.
5 Todo es de los ’50, porque el estilo de la ropa de los ’50, de los ’60 quizás al límite, se presta más para caracterizar personajes muy fácilmente y verlos con nitidez. En los ’70 y los ’80, la moda toma tanta preponderancia que es más importante ella que el hecho y entonces uno se fija más en el pantalón acampanado o en el look hippie. Y a mí no me sirve eso. Necesito personajes que parezcan de los años ’50, pero no son realmente de los ’50 porque estamos en 2008. Estos personajes están actuando una falsa realidad a lo toon, nuevamente. Lo que menos importa es que sean mujeres sino construir un personaje que pueda delirarse. Importa que se puedan construir personajes con licencias.
6 Los varones que creamos tampoco son varones, son el novio de Barbie, Ken. Entonces está el Ken tanguero, el Ken cafishio, el Ken Ken, el Ken bailarín, todos somos muñecos, títeres humanos, pero que no se note mucho que somos títeres, para no pasar a otro desempeño visual que no es de mi agrado. Yo quiero la película de John Ford, donde todo es posible, la Silver Screen, o quiero el Teatro Negro de Praga.
7 ¿Si me sigo sintiendo francés? Y bueno... yo no puedo evitar el hecho de haber nacido allá. Tengo todo un trasfondo cultural que es de ahí, al cual le sumé la experiencia personal y la parte hispana y mi vida en la Argentina, pero esto no borra lo otro. Todo se va sumando y quedan más llenos los placards.
Las funciones son de miércoles a sábados a las 22 y el domingo a las 21, hasta el 31 de agosto, en el Maipo Club, Esmeralda 449, te. 4322 4882.
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