Vie 03.12.2010
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CINE

Carta Abierta a Pedro Lemebel

Que deberá ser leído también como recomendación para ir este miércoles a ver el documental sobre Pedro Lemebel, Corazón en fuga.

› Por Fernando Noy

Acabo de llegar, hasta recién estuve en el Expreso Transandino que conduce la incansable cámara de Verónica Qüense para otra vez por suerte reencontrarte siempre altiva bajo esa dulce lluvia con que se embriagan los muertos mientras supervisas el mármol final de tus padres y abuela, ahora tallado con tu propio nombre, algo que nadie, sólo tú misma podrías haber hecho. Bien valga la idea que agradezco. En la ventanilla zigzagueante, de inmediato el paisaje intercala tu imagen discursando en concert desconcertante entre plumas de charol brillando siempre al borde de la ferocidad, acunada por Grace Jhones y el susurro incendiario, estremecedor de tus escritos prodigados sin pausa.

Volviendo al Camposanto: sales rauda arrastrada por tu paraguas lila, otra vez a porfiar la amada vida, con tu corazón en fuga perpetua. Llegas al Mercado donde se te ve feliz al descubrirte voceada de memoria por el viejo canillita que repite tus títulos como queriendo vendértelos, tal vez sin saber que eres la propia autora, Condorita querida, auroleada de birra y cannabis que ustedes llaman dengues y se bambolea en la seguida crónica por Radio Tierra como esos textos salvados del pasional incendio no sólo por ser Piedra Leeme Bélica, sino también a causa de lo que la inolvidable Carlos Monsiváis escribe en la espalda de Adiós Mariquita Linda cuando dice: “Siempre te arriesgas al filo de la navaja entre el exceso gratuito y la cursilería, la genuina prosa poeta junto al exceso necesario”.

El Expreso Transplantino, como a su vez denominara a este correo de almas fugitivas nuestra María Moreno, continúa a ritmo veloz y hace stop en la paradisíaca Estación Carmen Berenguer, poeta alucinante, blandiendo su libro Sayal de pieles. Fusión de Björk-Irene Papas y una Reina Mongol se te imagina recién llegada con otro navío al revés por el Estrecho de Magallanes, quizá ya no tan virgen, engalanado de joyas que heredarán las indómitas divas mapuches que por suerte han sobrevivido al canibalismo de la Vampira España. Enseguida, eternizada por el rito iniciático de la lente, aparece Gladys Marín (secretaria general del Partido Comunista, 1941-2006), promoviendo el Tren de la Chingada y la Diversidad en Flor donde tenemos cabida todos los que no sólo soñamos construir un mundo diferente, lo habitamos a empellones como quien pare de pie. El tren Quensense sigue hasta la jaula abierta de tu propia casa, indemne entre las fisuras del terrible terremoto, en el balcón intercalado de los calzones clorados de la vieja vecina y una alfombra persa del señor de al lado, entramos al previsible caos donde tus propios papeles te buscan por sí mismos entre recortes eróticos de esos ángeles tan humanos que nos transmiten tu pasión por el dibujo. Ahora como siempre para Nosotras Dios, cada noche sigue vibrando como si fuera la última y arrepolla en su sombra bravía lo que tú misma llamas la rabia del pasado. Una puesta en mundo del revoloteo trolo para no encarnar y seguir denunciando la persecución fachista disfrazada de aleluya. Sigue el viaje y llegamos a Radio Tierra donde afilas tus crónicas, pero luego, atención, vemos el brindis con Anita Lazo (Líder Agrupación de Familiares de Desaparecidos y Detenidos). Mientras evocan crímenes más que terribles en el Auschwitz de Pisagua. Me quedo ahí, junto a su bastón señalando Pisagua, bajo tu pañuelo negro que ahora también uso. Permanezco ahí frente a ese mar que canta y lava lamiendo como nosotras heridas y tatuajes, lágrimas y cicatrices.

Me quedo ahí entre esos hombres hermosos y probables del malecón de La Habana, las rodillas abiertas dadas a la sed ajena e insaciable entre niños revoloteando que juegan con el flash de la cámara. En el diccionario travesti como siempre hecho vértigo dando forma al vacío sonambular de Eros. Tus voces en off exhalan el impío inventario de la desobediencia como audaz derecho empuñado en la hora de Queda troncándola por qué dar desde el crisol de lobeznitas amamantadas de semen, haciendo todo lo que quisieran, guerrilleras del placer bajo la represión que, a pesar de ella, nos hermanara cada vez más, cadáver menos, como socias lunares del placer prohibido, algo posible a pesar de los miedos. Apenas iluminadas por las purpurinas en el laberinto jamás mutilado del derecho al placer y como era de esperar, tú, Cama Arada Petra, en la cumbre de esa Babilonia nos seguiste enseñando a decir No ante las trampas de otras convicciones con tus textos barrocos que nuestra inolvidable Néstor Perlongher rebautizara barrosos como todo el pantanal en el que estuvimos metidas con este don a la vez divino y perverso del lenguaje.

En la peli, orlada de mar junto a Anita, llegás a la conclusión de que los muertos están cada día más vivos. Si algún crítico ha puesto reparos a la excepcional travesía al referirse al sonido será porque su sordera incipiente, aún no diagnosticada, le hace imposible captar mejor lo que se dice y cuenta, pero es problema ajeno. Si se queja porque hay planos desequilibrados es porque no sabe del fabuloso vértigo en que vivimos ni tampoco ha leído ningún cadáver exquisito, elemental Watson de todo surrealismo. Y si la directora no quiso embellecer ni adornar ciertas cosas, es en verdad elogio. Si se pregunta de qué está en fuga tu corazón, debería saber que justamente de seres como él, aunque ya no pueden seguir haciendo trizas la costra de nuestras baqueteadas vidas.

Sigamos dando cuerda al tren alucinante del Expreso Quensense, desbordando los límites, volviéndonos parte imprescindible del paisaje para, como pontifica Anita González, poder saludar sin agachar la vista, relampagueando ojos lavados por sus propias, interminables lágrimas.

Corazón en fuga, Pedro Lemebel, el documental de Verónica Qüense se puede ver el 8 de diciembre. Entrada Libre Casa Nacional del Bicentenario Riobamba 985.

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