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Viernes, 4 de febrero de 2011

ENTREVISTA

El reclutador

Osvaldo Machado tiene 82 años y desde hace más de 50 se dedica a recorrer potreros y villas en busca del nuevo crack o al menos de nuevos talentos para vender a clubes locales. Acaban de comprarle tres jugadores para San Lorenzo y dos para Gimnasia y Esgrima de La Plata. Su condición de gay no le ha traído problemas, probablemente porque pocos la han advertido en un medio y una época en que el ocultamiento forma parte del entrenamiento básico para todo deporte. Conoce mejor que nadie la convivencia en los vestuarios, los códigos secretos y reflexiona aquí sobre lo que vio, lo que no vio y lo que vivió.

 Por Facundo R. Soto

¿En qué andás?

–Este año empiezo a buscar pibes nuevos, porque los que presenté ya se ubicaron: 15 pibes para las divisiones inferiores. Ahora tengo un par para presentarle a Sanfilippo. Quiero poner un local para la gente de la tercera edad, después una bolsa de trabajo en la sede del club.

¿Cómo empezaste a trabajar en reclutar pibes para transformarlos en jugadores de fútbol profesionales?

–De chico practicaba deporte en Racing y en San Lorenzo. Era maratonista. Siempre fui líder y ahí se me dio por formar un equipo de papi fútbol. Tuve a cargo, como director técnico, al primer equipo del Nacional de Flores, con Sanfilippo como jugador y otros que también llegaron a Primera. Desde el ’48, todos los años formo equipos, armados y entrenados, y se los presento a clubes de Primera División. El que quiere dedicarse al fútbol tiene que tener cuatro cosas: conducta, vocación, continuidad y respeto, por supuesto. No hay pasaje de villa que no tenga la huella de mi calzado. Anduve por todos lados. Me siento muy cómodo en las villas, aunque soy del centro. Me reciben bien. Me sirven cerveza, yo les pido un vaso de leche y me respetan.

¿Cómo se vive el tema gay en un equipo de fútbol profesional?

–Los gays existen en todas las clases sociales, no en una determinada. Los jugadores no les ven diferencias a los gays, no les dan trascendencia. Se sabe de jugadores que son, pero no se dice nada. No lo desvían, al contrario. Y ahora que está tan de moda esto... Antes había unión social, ahora está el casamiento. En la época del Proceso, si se sabía que eras homosexual, te mandaban 20 días a Devoto, fueses o no jugador de fútbol. Te detenían por averiguación de antecedentes. No podías vestirte de mujer, ni nada. Ni disimular siquiera.

¿Conocés algún jugador profesional gay al que le pueda hacer una entrevista?

–Conozco a muchos, pero no creo que te la den. Son muy tapados.

¿Y vos cómo sabés que son gays?

–Por la gente que tienen a su lado, por los conocidos con los que andan. Acá venía uno a jugar que se acostaba con los guachos. Después de jugar se los llevaba para la casa. Ese me sacó a uno que yo lo cuidaba como a un hijo. Ahora tengo al primo de Tevez, que juega muy bien, y está viviendo en mi casa. Jamás lo toqué, pero él sabe de mí. Yo lo respeto. El duerme arriba, en el entrepiso de mi cuarto. Hay que demostrar siempre que uno no sólo tiene interés por ir a la cama.

¿Conocés jugadores que hayan formado pareja con compañeros del equipo?

–A cada momento se forman parejas en los grupos, claro. Yo, que soy del ambiente, me doy cuenta por la forma en que se entienden, cómo se miran. La mayoría de las veces lo llevan a cabo, otras no, queda ahí. Pero la mayoría tienen su vida privada; lo hacen, aunque no lo digan.

¿Llevaste a probar a algún jugador con potencial sabiendo que era gay?

–Muchísimos. Casi todo el equipo de Primera donde estaba Sanfilippo y que llegaron a Primera. En el ’48 yo le hice partido a San Lorenzo de Almagro y quedaron cinco pibes míos, que después jugaron en Primera e hicieron carrera, y eran casi todos homosexuales. Entre ellos estaba Roberto Miravent, que fue el primer argentino en jugar en Colombia. Todos los años fui sacando jugadores. Si te empiezo a dar nombres...

¿Y los compañeros los aceptan, los cargan, qué pasa con ellos cuando se enteran?

–No, no. Cargadas hay de todo tipo. ¿O no lo cargaban a Maradona cuando era chico porque tenía la pijita muy chiquita? Y él tenía ese remordimiento. A Sanfilippo le presenté a Pedrito Rico: nos encontramos en avenida La Plata y después casi me mata, porque él nada que ver.

¿Y por qué se lo presentaste?

–Porque Pedrito quería conocerlo. Sanfilippo era muy correcto. Entre los jugadores, por lo general, pasan cosas, en la muchachada en general hay gays.

¿En la hinchadas también?

–¡Sí! En la hinchada, peor. Ellos son lo opuesto al deporte, se pelean, se drogan. El deporte es unión, solidaridad, camaradería, amistad. El sexo lo veo continuamente en la hinchada: se abrazan, se manosean, son raros. A la noche, cuando salen de los boliches, los machos, los que se hacen los más machos, salen con machos. Ese es el código del fútbol. No se usa la palabra gay. Las minas están desesperadas. Conozco jugadores que hicieron pareja con travestis.

¿Hay directores técnicos que usan a los pibitos de las inferiores para acostarse y prometerles que, si lo hacen con ellos, van a jugar en Primera, como les pasó a muchas vedettes y actrices? ¿O es un mito, una fantasía?

–Sí, claro que es cierto. No te puedo dar nombres, pero un técnico de Argentinos Juniors que estaba hace mucho, se hacía chupar la pija por pibes de las inferiores. Después lo echaron. Yo a este tipo le acercaba jugadores, pero él no los respetaba y se los llevaba a un departamento que tenía. Acá hay varios profesionales que vienen y tratan de hablar con los jugadores míos; y como saben que andan conmigo, piensan: “Estos también conocen el ambiente y los códigos...”. Después se los llevan a la casa, los invitan a los cumpleaños, a fiestas, y a mí no me invitan. ¿Por qué será? Yo me doy cuenta. Tengo uno que acá, en los partidos, nada que ver. Desde el primer día fue muy serio y reservado, pero en el centro se levanta tipos. Te cuento esto porque lo vi.

Por lo que decís, pienso que en el fútbol hay gays como en todos lados, pero que hay un juego que es el de hacerse bien los machos, y cuanto más semblante de macho representen, más putos son. Ocultar que son gays es un arma de seducción, y la complicidad los hace excitar. ¿Es así? ¿Qué pensás de esto?

–¡Ah, sí! Las personas que menos esperás, son. Y los que tienen la poronga muy grande, por lo general, son putos.

¿Se te acercó algún jugador para hablarte como si fueras un psicólogo, por el lugar que ocupás, sobre algo que le pasa con algún compañero, o sobre la sexualidad en general?

–No, no. Nunca. No le doy lugar para hablar de cosas personales. A veces tuve relaciones con pibes que empezaron en mi equipo, pero ellos me buscaron. Uno fue a mi casa y cuando le regalé ropa, se sacó todo para probársela y me provocó, porque se quedó completamente en bolas. Le dije: “Che pibe, ¡qué pedazo! ¿Querés que te saque una foto?”. “Pero está dormida.” “Vení, vamos a hacerla parar un poquito”, y ahí ya está... Después si se arrepentirá o no, no sé... pero lo hizo con gusto y yo no me olvido de eso.

Cuando empecé a jugar en un equipo de fútbol gay, me llamó la atención que a muchos pibitos lindos les gustaban los viejos, gordos y con panza...

–¡Ah, sí, sí! A mí me vienen a buscar más los pasivos. A veces les presento gente porque hay muchos que son exigentes. Hay de todo. El otro día, dos jugadores míos, que me vinieron a arreglar la computadora, me afanaron. Me fui a jugar y ellos se quedaron. Cuando volví, ya no estaba la máquina. Estos pibes no vinieron más. No sé si ahora serán más ricos, pero yo estoy bien.

¿Qué pensás que pasaría si hoy un jugador famoso de Boca o de River declarara que es gay? ¿Qué pasaría con el club, qué pasaría con la hinchada?

–Depende de cómo venga la historia. Pensalo vos, yo te digo sólo esto: ¿qué pasó con el Bambino Veira? Está contratado en todos lados... No sé si es activo o pasivo, pero lo aceptan. ¿Le hicieron alguna protesta? Y hay muchos así... En la casa que hay en Boca para los chicos que vienen del interior pasa de todo. Siempre hay contacto entre los pibes; que no se diga, que se oculte, o que tengan novia para taparlo es otro tema. Menotti más de una vez tuvo que separar a jugadores que dormían en la misma cama.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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