El jueves se cumplió un año de esta ley que nos cambió la vida. A través de ella, pudimos decirle a la gente lo que somos, lo que fuimos y lo que siempre seremos.

Antes de la ley nosotras vivíamos juntas, claro, pero no decíamos nada, a excepción de nuestros amigos y amigas más cercanos. La gente comentaba que nosotras teníamos algo pero no nos preguntaban nada, lo decían por lo bajo. Algunos nos han tratado sin deferencias, otros con antipatía. Pero la ley cambió todo. Tanto que hasta nos entrevistaron de Corea del Sur: no muchas mujeres mayores le cuentan al mundo que son lesbianas y mucho menos, se casan legalmente.

Estamos cada vez más felices con esta cuestión de ser personas incluidas en la sociedad, en el sistema democrático y queremos agradecer a toda la gente que hizo posible que esto sucediera. Los jóvenes militantes que hicieron un puente entre nosotros y los legisladores se organizaron, hablaron con ellos, muchos se resistieron y, sin embargo, ellos insistieron hasta perder la voz. Hubo eco entre los legisladores y los chicos de las organizaciones, un montón de gente para que podamos conseguir esta ley tan maravillosa. Nosotras en lo personal sentimos con esta libreta un respaldo enorme, es lo que nos sostiene.

La verdad es que no esperábamos tanta prensa, en algún momento nos preguntamos si vendría algo en contra: sin embargo, no hubo ninguna reacción negativa hacia nosotras y si la hubo no la sentimos. Comprendemos a los que no están de acuerdo pero esto es, sobre todo, un acto de justicia.