Viernes, 12 de agosto de 2011 | Hoy
TEATRO
Claudio Tolcachir y una obra con un deliberado final feliz que fue pensada para estrenarse durante la discusión sobre la reforma de la ley de matrimonio, pero que se resignifica ahora, a poco más de un año de ese logro.
Por Sonia Jaroslavsky
Después de La omisión de la familia Coleman, el director Claudio Tolcachir vuelve con otra historia familiar en El viento en un violín.
“Esta obra gira sobre una pregunta: ¿qué es una familia?”, cuenta el director, contento por el estreno en Buenos Aires, después de un éxito arrollador en Francia y España. “¿Qué es una familia estructural, qué es una familia sana? Ese es el rulo que me gusta de la obra y es que hay un momento de aceptación de lo que sos, de lo que podés dar, del tipo de amor que encontraste y que se puede construir otro tipo de familia u otro tipo de núcleo social a partir del amor y de la aceptación.”
Esta es una obra que tiene varias líneas argumentales pero la esencial es el amor de dos chicas de clase baja, Celeste (Tamara Kiper) y Lena (Inda Lavalle), que se encuentran en pleno descubrimiento de sí mismas, de su amor y de su pasión. Como consumación de esa relación afectiva desean tener un hijo. Por otro lado, hay una familia de buena posición económica, específicamente una madre (Miriam Odorico) y su hijo Darío (Lautaro Perotti). Este último no puede encontrar su rumbo, terminar una carrera e independizarse de esa madre que busca la felicidad de su hijo a cualquier precio. En esa casa trabaja Dora (Araceli Dvoskin) como empleada doméstica y que además es la madre de Celeste, a quien cuida de una enfermedad que no se nombra, y poco a poco acompañará la situación amorosa de su hija que no comparte, pero entiende. Un personaje más completa el círculo: Santiago (Gonzalo Ruiz), un psicólogo que atiende a Darío.
Tolka, como le dicen al director, cuenta que la idea era estrenar esta obra a mediados del año pasado, en coincidencia con la ley de matrimonio igualitario: “Parece hecha para ese contexto, aunque ahora pienso que es más interesante con la ley aprobada, para pensar en cómo se arma ahora una legislación para afianzar las uniones en lo relativo a los hijos. Yo me siento parte de eso, porque si bien pertenezco como hijo a una familia clásica y nos queremos mucho, mi camino como hombre es claramente otro, con otra concepción de familia”.
“¿Qué cosas puedo hacer por amor?”, se pregunta Tolcachir al pensar en los personajes de El viento... “Puedo lastimar a los otros, cometer delitos o bien invadir la privacidad del otro, el deseo del otro, la voluntad del otro. En la obra todos los personajes tienen un amor verdadero aunque sus acciones son totalmente criticables: no miden las consecuencias. Las dos mujeres enamoradas no saben qué hacer para tener un hijo y buscan el único camino que tienen a mano para conseguir su objetivo. Lena le dice a Darío en una de las escenas más difíciles de la obra: ‘¿Te importaría hacerle un hijo por mí?’” En la primera parte de la obra los personajes intentan acceder a un mundo al que no pertenecen –el paradigma predominante de familia, de éxito y de felicidad– y esto marca mucho más las diferencias entre ellos. En determinado momento de la obra abandonan esta idea y comienzan a construir la felicidad desde lo que son.
“Mis otras dos obras, Coleman o Tercer cuerpo, tenían finales más crudos o desesperanzadores, o abiertos, pero desde un lugar muy triste. Aquí tuve la necesidad de buscar un final feliz. En El viento... es interesante que pese al horror vivido por estos lúmpenes perdedores se arme una esperanza. Esto es en lo que creo, en la aceptación entre las personas. Por eso primero las cosas suceden y después vienen las leyes para darle un marco a eso que es, que existe. Hay una frase de la obra que me gusta mucho y es la que le dice Mercedes, la madre de Darío, al despedirse: “Yo siempre pensé que cuando la vida dejara de tener sentido iba a ser un abismo insoportable, algo que no iba a poder afrontar. Y ahora que ya no tiene sentido, me doy cuenta que es una liberación. La vida no tiene sentido Darío, eso es maravilloso”.
El viento en un violín, sábados, a las 21 y a las 23.15 y domingos, a las 19 y a las 21.15. Teatro Timbre 4, México 3554, 4932-4395. Entradas online a través de alternativateatral.com.
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