Viernes, 21 de octubre de 2011 | Hoy
ES MI MUNDO
Por fin publican en la Argentina La insensata geometría del amor, la novela de Susana Guzner que triunfó en España hace una década narrando con humor, suspenso y tensión erótica
el encuentro (¿o el choque?) entre dos mujeres.
Por Paula Jiménez
Susana Guzner no se explica cómo es que sin publicidad, sin el apoyo de los medios, sin redes sociales que la difundieran (aún no existían), su novela La insensata geometría del amor vendió más de 5 mil ejemplares a sólo un mes de ser publicada. Ella, dice, sólo escribió la novela que le hubiera gustado leer y no encontraba. “Al principio me sentí totalmente patidifusa, para qué negarlo. Jamás hubiese imaginado semejante ciclón. A poco de su lanzamiento ya tenía en los motores de búsqueda miles de entradas. Portales LGTB y literarios recogieron el guante y me solicitaron entrevistas, pero como primeriza que era yo no sabía bien qué decir para parecerme a una ‘escritora publicada’. Respondía con frases hechas del tipo ‘escribo para evitar la locura’.
Completamente atrapante y con nada de insensato en su construcción, esta novela editada en 2001 a través de Plaza y Janés mantiene a lectores y lectoras en vilo desde la primera hasta la última página, expone el trasfondo lesbofóbico que convierte a ciertos amores en difíciles, ofrece un profundo y detallado paneo de la cultura lesbiana, y muestra algunos de nuestros variados modos de vincularnos y de sobrevivir. Se trata de una apasionada historia de amor con condimentos de thriller que tiene como protagonistas a dos jóvenes españolas (la historia transcurre en Madrid) llamadas Eva y María, cuyos cristianísimos nombres son lo único que las relaciona con personajes bíblicos. Más bien caídas de los bordes del paraíso y la castidad, ambas llevan adelante un vínculo pletórico de sexo, intrigas y locura muy lejano a las parábolas.
Todo comienza en Italia. Allí María, una joven que luego de haber muerto su pareja no se ha vuelto a enamorar, ve a la deslumbrante Eva sentada en la mesa del bar del aeropuerto. Por esas cosas del destino y de las aerolíneas, el avión en el que ambas tendrían que viajar se demora y las mujeres cruzan sus primeras palabras. Más tarde, la suspensión del vuelo las lleva a compartir un paseo por Venecia y una cena en la que la subyugada María termina diciéndole a Eva, una total desconocida, que para colmo se declara heterosexual: “Paguemos, porque me muero de amor”. Es la campana de largada. Sin respiro, la habilísima pluma de Guzner nos conducirá por los caminos del pensamiento de María y por situaciones, diálogos y personajes absolutamente reconocibles del imaginario lésbico.
En esta historia el conflicto parece ser muy claro: María ha asumido el rol de ser quien más desea –pues ella es la lesbiana– y las constantes intrigas que Eva siembra parecen deberse a los códigos de la heterosexualidad con la que ésta se identifica, y que la otra no llega a comprender. Eva se muestra jovial y distendida, mientras que María hunde cada día un poco más sus pies en la neurosis. Pero ésta es la superficie de la trama, ya que la cosa es más profunda aún y la lucidez de María se queda corta para desentrañar el sorprendente psiquismo de Eva, que está un pasito más allá y hasta da miedo. Un miedo que no es el que suele despertar una psicópata de película. No: este miedo es un monstruo personal que le hacer creer que ella no es lesbiana, es decir: que no es, de ningún modo, eso que es. Y aunque la dinámica del engaño y también del autoengaño cede finalmente ante la evidencia de su amor por María, el libro termina sin darnos respuesta sobre el futuro de esta relación. ¿Seguirán juntas? ¿María la perdonará? ¿Qué importa? La novela ya cumplió con su objetivo: contar una historia compleja que expone las diversas feminidades y sus conflictos (no sólo de Eva y María sino de sus amigas también), sostenida por sólidas aristas argumentales, y narrada con un sentido del ritmo y del suspenso que recuerda, de a ratos, al clásico Carol, de Patricia Highsmith. Tal vez éstas sean razones que sirvan para explicar el éxito que hizo figurar a sus dos primeras ediciones entre los libros más vendidos de América. Pero aquél fue más que un boom del momento, porque actualmente en México se acaba de publicar una tercera edición. Con la reciente traducción al inglés, esta obra planea trascender la barrera de la comunidad latina estadounidense que tan bien la acogió, e ingresar a otros mercados angloparlantes. Y como lesbianas habemus en el mundo entero, es lógico y coherente que tan insensata obra haya sido traducida también al alemán, al portugués, al polaco, al holandés y al francés. En la tienda Amazon.fr, por ejemplo, se mantuvo durante tres años en el top ten de ventas de libros extranjeros.
Cuando Plaza y Janés la publicó por vez primera, la distribuyó en varios países de Latinoamérica, pero a la Argentina llegaron tan sólo 350 ejemplares que volaron de las librerías en un santiamén. “Nunca más se repuso el stock”, lamentaba Susana Guzner tiempo atrás, hasta que recientemente –10 años después de la primera edición– Santillana se decidiera por hacer justicia sáfica y publicarla en nuestro país. Ahora, La insensata geometría del amor jugará de local en la Argentina, como la misma Guzner, quien tras vivir varios años en Europa regresó a su ciudad natal: “Nací y viví, efectivamente, en la ciudad de La Plata hasta los 30 años. Tras la violación, tortura y asesinato de mi única hermana a manos de la llamada Triple A de Isabel Perón –asesinato que, como tantos otros entre 1973 y 1976, quedó impune–, este escuadrón de la muerte extendió su amenaza a mí y tuve que exiliarme prácticamente con lo puesto”.
Nacida en 1944, Susana Guzner dedicó gran parte de su vida al estudio. Es evidente, porque su cultivo intelectual pregna las páginas de La insensata geometría... En ellas, conocimientos de música, arte, literatura, política y psicoterapias enriquecen y sostienen desde varios flancos la línea argumental. Entre otras cosas, esta obra trajo a su vida a lo largo de estos años una buena cantidad de fans que le preguntan miles de cosas por Internet y no la dejan, para bien o para mal, ni a sol ni a sombra: “Recibo tanto flores como reproches, sugerencias, peticiones de argumentos, incluso mis cambios de look son objeto de análisis prolijo”.
Además de haber colaborado con diferentes medios tanto en España como la Argentina, Guzner publicó otros libros que parecen haber quedado invisibilizados frente a la espléndida luz que La insensata geometría... irradia: los relatos Punto y aparte, el cuaderno pedagógico 72 juegos para jugar con el espacio y el tiempo, Detectives BAM (teatro de humor lésbico) y la novela de suspenso humorística Aquí pasa algo raro.
“No estoy etiquetada exclusivamente como ‘escritora lésbica’ –responde a una de sus fans en un foro de Internet–, expresión que deploro en tanto implica que la literatura sólo puede ser masculina y heterosexual y cuanto escapa a este ridículo baremo es no-literatura o ‘sub-literatura’. Cosas de esta sociedad heteromachista que nos toca sufrir... y demoler.” Según Guzner, la temática de esta novela la ha confinado en la mayoría de los congresos literarios a los que ha sido invitada a responder sobre jurisprudencia, antropología, psicología o cualquier otra materia referida de algún modo a la homosexualidad. “¿Acaso a Isabel Allende se le exigen puntillosas explicaciones de por qué sus obras y personajes son heterosexuales?”, dice. “Lo comprendo bien, sin embargo. Es un mucho de novedad y un bastante de morbo, siendo la heterosexualidad norma obligada en nuestra sociedad. Espero que en un futuro cercano la identidad afectiva de las criaturas de ficción sea la anécdota y la calidad literaria el interés medular. No obstante, releo lo escrito y tomo conciencia de que la responsabilidad es básicamente mía: elijo que mis protagonistas sean lesbianas precisamente con intencionalidad política militante, en mi intento por contribuir a una rápida naturalización de nuestra plena existencia real y ficcional.”
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