Vie 23.03.2012
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SOY POSITIVO

Enfermeros asesinos

› Por Pablo Pérez

Me enteré de la noticia por un mensaje de Marcelo, miembro del grupo de Facebook URUGUAY POR EL VIH RECLAMA UN TRATAMIENTO DIGNO: “¿Qué pasa en Uruguay con los cuidados médicos? No sólo descuidan a quienes necesitan medicación, ahora aparece una noticia sobre enfermeros asesinos que para sacarse del medio a 60 pacientes les dieron morfina hasta eliminarlos. Parece que se hizo costumbre la falta de ética en el Area Salud”.

La asociación de Marcelo tiene su razón de ser: estos crímenes se dan en un escenario donde el Estado, los jueces, las coberturas médicas prepagas, laboratorios y profesionales de la salud uruguayos son cómplices de graves faltas en la cobertura médica a personas viviendo con VIH/sida, al negarles los cócteles de drogas que necesitan, un entramado complejo en el que un grupo de estos pacientes perdieron un juicio contra el Estado al solicitar la inclusión de los nuevos tratamientos antirretrovirales entre los medicamentos cubiertos al ciento por ciento por las mutuales. Ahora la población uruguaya e internacional se alarma por el caso que ya se hizo conocido como “Los enfermeros asesinos”, sin embargo fue muy poca la repercusión de las irregularidades en la atención a pacientes con VIH/sida tanto por parte del Estado uruguayo como de las coberturas médicas prepagas. ¿Hacía falta un caso tan tremendo para que quedaran por fin expuestos?

La abogada de uno de los dos enfermeros asesinos, que afirmó creerse Dios, dijo que su defendido había sido plenamente consciente a la hora de cometer los crímenes y que los había realizado por “móviles de piedad”. Uno ya confesó haber matado a 50 y el otro dice no recordar el número de sus víctimas. Desde que se hizo público el caso hasta ahora, se presentaron más de 250 denuncias de muertes sospechosas. Es sorprendente el mensaje que rastrearon y que orientó a los investigadores policiales sobre la pista de los asesinos, en el que una enfermera acusada de encubrimiento le escribe a un colega sobre el accionar de uno de ellos: “Che, éste ya hizo viajar a la paciente de la cama 5”. En algunos diarios se habla de una competencia entre los enfermeros, en otros se dice que éstos apenas se conocían.

Pensando en esto me acordé de un enfermero que me atendió cuando estuve internado en el Hospital Argerich, en el año 1994, donde había caído con una neumonía que casi me mata. Varias veces este ángel morocho con guantes de látex tuvo que lavarme con una toalla enjabonada y yo, a pesar de estar conectado al suero y al tanque de oxígeno, agonizante, me había enamorado de él. Prefiero este recuerdo y el de los enfermeros y enfermeras que con tanto amor nos cuidan, ante la siniestra noticia de los enfermeros asesinos, que son apenas las caras visibles de un sistema de salud perverso y decadente.

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