Alison Bechdel nació en Pennsylvania en 1960 y comenzó a escribir y dibujar un diario íntimo a los diez años. Desde entonces no dejó de registrar su vida y la de los que la rodean, abruman y excitan. En la novela gráfica Fun Home. Una familia tragicómica (Sudamericana), le toca el turno a su papá. Mientras cuenta su iniciación primero teórica y luego erótica en el lesbianismo, va derribando mitologías sobre la intimidad entre mujeres y otras mentiras.
› Por Diego Trerotola
A inicios de la década del ’80, Alison Bechdel trataba de ser aceptada en los programas de artes de la universidad, al mismo tiempo que comenzaba a explorar su lesbianismo, que primero fue totalmente teórico y luego pasó a la práctica cuando “se enlazaron lo intelectual y lo instintivo en una fusión embriagadora”. Este período de su vida, Bechdel lo dibujó con pelos y señales: con su novia Joan, “matriarquista” y poeta, podían pasar de leer un ensayo “intenso” de Adrienne Rich a coger frenéticamente. Entre 1981 y 1983, Rich, la gran poeta feminista, editó una revista lésbica de arte llamada Sinister Wisdom. Y Bechdel quiso publicar sus escritos de universitaria fascinada con el mundo de sensaciones que se le abría en la exploración de su sexualidad. Lo que recibió como réplica al envío de sus escritos a la revista fue una carta de rechazo firmada por Rich, que le decía, entre otras cosas, que sus textos no eran lo “suficientemente densos o ricos como para ser publicados”. Tal vez como respuesta a esa desaprobación, que además se sumaba a otros rechazos universitarios en las carreras de Arte, Bechdel se apartó de sus experiencias puramente literarias y académicas y comenzó a publicar en diarios locales sus historietas, bautizadas Dykes to Watch Out For (algo así como lesbianas de temer), que se convirtieron en una serie de aventuras comunitarias de un grupo de mujeres lesbianas y bisexuales, publicadas por ininterrumpidos 25 años en distintos medios, siendo la saga dibujada más extensa en su género. En 1999, Bechdel vuelve a leer la carta que Rich le había enviado y, llorando a moco tendido, decide volver a escribirle, para agradecerle que se haya “tomado el tiempo de responderle a una niña punk”. La respuesta de Rich no pudo ser mejor, porque era seguidora de las historietas dibujadas con maestría por Bechdel: “Siempre he admirado la forma en que tu trabajo trata de refutar el esencialismo lésbico y explorar nuestra real humanidad”. El tiempo las hizo cómplices ideológicas. Parte de esta anécdota fue publicada como una historieta-prólogo en el tomo de más de 400 páginas que compila un cuarto de siglo de las aventuras lésbicas a modo de comedia que compartieron generaciones, y que visibilizaron modos realmente múltiples de vivir la identidad, la familia, el sexo y la política. Ahora, por suerte, desembarcó en Buenos Aires Fun Home. Una familia tragicómica, la historieta autobiográfica de Bechdel, en la que cuenta su salida del closet con imágenes de sus primeras encamadas con su novia, entre sábanas que también arropaban el libro de poemas El sueño de un lenguaje común (1978), de Adrienne Rich. Hace menos de dos meses, el 27 de marzo, moría Adrienne Rich a los 82 años, justo cuando estaba terminando de imprimirse en Estados Unidos la segunda “memoria gráfica” de Alison Bechdel, Are you my mother?, que se traducirá este año al castellano y en 2013 se distribuirá en Argentina como ¿Vos sos mi madre? Allí, Rich aparece dibujada dando una conferencia que Bechdel presenció a los 23 años. Y es probable que el mejor homenaje a la poeta y ensayista lesbofeminista sea que Bechdel haya seguido adelante con su pertinaz y lúcida visión del mundo, combinando el arte y la literatura personal que fuera condenada en su momento, para bien y para mal, y que ahora tiene más adhesiones que rechazos.
Mo era la protagonista de Dykes to Watch Out For, y la imagen y semejanza con la autora era evidente: usaba el mismo jopo a lo Tintín y los mismos lentes de marco circular con que se la puede ver a la Bechdel en las autofotos su blog (www.dykestowatchoutfor.com). Si bien esa historieta serial era protagonizada por personajes de ficción, ejercía una forma de velada autobiografía, no sólo en la construcción de personajes, sino también apelando a una realidad que se filtraba en las viñetas a través de titulares de diarios y noticias televisivas que eran sustanciales para la narración. En el centro de esa saga estaba Madwimmin Books, una librería feminista, también inspirada en una real, donde trabajaba Mo y gran parte de los personajes de la historieta. Es que los libros y la literatura estuvieron situados en un punto alto de interés para Bechdel, de una forma muy concreta que terminará de tomar cuerpo en Fun Home. Si hay un deseo que se puede adjudicar como pivote de todo el universo autobiográfico de Bechdel es una bibliofilia muy particular. El amor por los libros no se despliega en su acepción más tradicional, como una afición o un fetichismo de coleccionista, sino como un arma de seducción, afrodisíaca, una relación con los libros tan profunda como con la literatura, que se amalgama con el erotismo, el deseo, la pasión, el amor y el odio cotidiano. Fun Home parece poner a la bibliofilia muy cerca de las parafilias enumeradas por el psiquiatra alemán Richard Kraft-Ebing en su Psychopatia sexualis, editado a fines del siglo XIX. La pasión por los libros es en parte herencia de su familia: padre y madre profesores de inglés, lectores tenaces, que sellaron su romance epistolar a fines de la década del ’50 traficando referencias a F. Scott Fitzgerald. Incluso, Bechdel encontrará un parecido de su padre al Robert Redford como protagonista de El gran Gatsby de 1974. “Si mi padre era un personaje de Fitzgerald, mi madre parecía salida de una novela de Henry James: una enérgica idealista americana atrapada por degeneradas fuerzas europeas... Empleo estas alusiones a James y Fitzgerald no sólo como mecanismos descriptivos, sino porque mis padres me resultan más reales en términos ficticios”, escribe Bechdel en Fun Home, releyendo una particular historia de la relación familiar con la literatura que incluirá también a las obras y las vidas de Albert Camus, Marcel Proust, James Joyce, Oscar Wilde, Wallace Stevens, Colette. Desde el punto de vista de Bechdel, la seducción literaria sería la base de esa familia, tal vez lo que los mantuvo comunicados, unidos, más allá de cualquier incomprensión y alienación. La mayor parte de las veces que son retratados en su casa, el padre y la madre de Bechdel están enfrascados en un libro y la presencia de Alison jugando alrededor es como si fuese parte de la condición de la lectura. Si la palabra texto deriva etimológicamente de tejer, la literatura para el padre, verdadero protagonista de Fun Home, es una red donde está atrapado, pero que también le sirve para capturar a las presas. Es que la historieta de Bechdel es principalmente la relación conflictiva de ella, una niña lesbiana, con su padre gay, que vive en matrimonio con una mujer por su cobardía de salir del closet. Y la literatura se presenta también como un mecanismo de seducción del padre con los jóvenes, como el empleado de la casa, a quien seduce con su biblioteca y sus libros. Otra vez, la trama literaria, como telaraña, artilugio de caza, pesca y recolección. Pero es un señuelo disimulado, porque nadie diría que aquella es una biblioteca queer, sino que tiene la sutileza de una literatura que hay que leer a contrapelo, mirando al sesgo, imprimiéndola en la realidad de manera desviada, como Proust trastrocaba los géneros reales de las personas para convertirlas en ficciones mixtas. Así, el padre femenino y la hija masculina, en correspondencias y oposiciones, comparten un juego de roles que presenta una dinámica que pocas familias dejaron visibilizar. Porque más que una historieta sobre la salida del closet, sobre la pérdida de la inocencia, éste es un relato gráfico donde el tiempo esculpe la posibilidad de la relectura y la reescritura como forma de sabiduría y de crecimiento.
Tal vez el libro más importante sobre historieta es Los comics y el arte secuencial, que el extraordinario Will Eisner publicó en 1985, tras medio siglo dedicado a las innovaciones gráficas. La reedición actualizada de 2008 de aquel libro que define toda la dimensión creativa de la historieta como forma estética, incluye algunas viñetas de Alison Bechdel como única historietista ejemplar, poniéndola cerca de Crumb o Jason. Bechdel figura como testimonio del éxito de la articulación temporal a través de la narración de las historietas, porque Fun Home es virtuosa en ese sentido. Entre los ’60 y los ’80, en un relato que viaja en zigzag a través de las décadas con fluidez, que no cree en la linealidad de ningún tipo para desarticular la causa-efecto. Rehuyendo de la herencia como un presagio, como marca indeleble o como algo mecánico y determinista a través de las generaciones familiares, Bechdel crea un tablero de piezas desmontables, viñetas que se repiten desde distintos ángulos, donde cada uno de los siete capítulos va y viene en el tiempo para formar una red donde dibujos y textos transforman, donde lo cotidiano se hace literatura, donde prosa y poesía canonizadas se vuelve carne corrompida. Bechdel no niega el canon literario que le proponen su padre y su madre, pero crea uno propio que se sobreimprime al ajeno como un diálogo libresco: Radclyffe Hall, Anaïs Nin, Adrienne Rich, E. M. Forster, Olga Broumas, Roald Dahl, Kate Millett y las historietas de Mad o Charles Addams son los creadores de una cartografía que nace del alejamiento del hogar. Un cambio de punto de vista: lejos de la lectura de su padre y su madre en sillones solitarios estilo siglo XIX, la Bechdel y su novia leen desnudas entre sábanas, con el libro entre las piernas. En dos tiempos, la literatura del pasado y del presente se pisan los talones cuadro a cuadro, página a página, como una superposición de épocas, donde conviven herencia y renovación en un mapa complejo. Por ejemplo, Colette y Kate Millett son territorios de correspondencias entre padre e hija. Pero salir del closet con su familia para Bechdel, según cuenta Fun Home, fue de alguna manera una forma de cambiar de cánones literarios, de que la palabra abandone la metáfora cobarde, el símbolo pacato, el doblez tímido, para abrirse a otras figuras literarias que eran tan innombrables, censuradas, enterradas, omitidas, como las que denuncia Adrienne Rich en Sobre mentiras, secretos y silencios, el libro que comparte Bechdel con su novia Joan antes de que cada palabra se vuelva carne, visibilidad y acción en una escena de sexo lésbico de sensualidad y gracias infrecuentes. Como cuenta la historieta autobiográfica, la niña Alison buscó en el diccionario las palabras lesbiana, orgasmo y queer para descubrir que lo que nadie pronunciaba estaba simultáneamente escondido y revelado en ese libro. La Bechdel adulta diseñó Fun Home como una enciclopedia ilustrada donde pasado y presente, literatura y biografía, se cruzan para mostrar una dinámica de represión y liberación que atraviesa la cultura como un ciclo del deseo que se expande y se contrae para ser íntimo e intransferible o social y comunitario.
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