MI MUNDO
Desde el último video de la banda, donde Juliana Gattas toma unas sugestivas clases de artes lésbicas marciales y yendo hacia atrás, hasta los comienzos de Miranda!, es posible encontrarle el lado queer. Lo que muchos ven como indefinición, ropa brillosa y voz finita, puede ser otra cosa.
› Por Natalí Schejtman
El último video que lanzó Miranda! a las retinas, del tema “Dice lo que siente” (del disco Magistral), es muy jugado, y sobre todo en el sentido del juego: Juliana Gattas, la mujer de la banda, inicia lecciones de artes marciales junto con sus amigos. Dirigidos por Leo Damario, se los ve a los cuatro integrantes vestidos con los típicos trajes blancos, practicando piñas y patadas con la profesora. Con Juliana, la profe es más toquetona que con el resto: le toma las manos y apoya su palma sobre el pecho de la alumna para –uno podría suponer– señalarle la postura correcta. Puede pasar en los deportes de contacto: la alumna se calienta, la profe se calienta, y Juliana la invita a “merendar” a las 9 de la noche en una cita de a dos con tragos ardientes y el final cantado, o no tanto: ambas terminan medio desvestidas, tocándose mutuamente y chupando la manija de la puerta, en línea con la última moda japonesa llamada “Doorknob Shojo” de fotografías de niñas lamedoras de manijas y picaportes.
Así, entre lo jugado y lo cantado, Miranda! vuelve a espolvorear las referencias queer que aportaron color y sabor a su propuesta desde los inicios, hace más de 10 años. Ya cuando irrumpieron en la escena, maquillados y emperifollados, con ese falsete masculino/femenino, los labios rojos y las canciones de amor melodramático, la vinculación de la banda con el mundo gay vino de la mano de su éxito. Ellos se movían con toda la soltura en las fiestas Brandon y en los escenarios del underground, pero pronto lo harían igual de relajados en el estudio de Susana Giménez o en la mesa de Mirtha Legrand. O dando recitales para un público infanto-juvenil, un público inesperado para sus canciones. La palabra clave era “soltura” y una cosa no iba en detrimento de la otra. Eso sí, la preguntita se volvió reiterativa: “¿Son gays?”, a lo que Ale Sergi contestaba cosas más o menos como ésta que le dijo a la revista Hombre, nada menos: “La verdad que no soy gay, nunca lo fui y nunca me quise hacer el gay. Pero por alguna razón a mí siempre me gustó Prince, The Cure, pintarme los ojos, bailar medio loco, elegirme la ropa, cantar, y encima tengo la voz aguda..., y no me gusta jugar al fútbol. No es de ahora que alguien me pregunte si soy gay, me pasa de toda la vida. Y me cansa que se haga tanto hincapié en eso. Yo cuando conozco a alguien no le pregunto si es gay, y si lo sospecho, tampoco me interesa tanto...”.
Pero el equívoco lúdico fue parte de su constitución. Su primer disco se llamó Es mentira, plantando la bandera del artificio como leit motiv de sus canciones. Eso, acompañado de sus coreografías, maquillajes para todos (para chica y chicos) y todo lo ya mencionado, los coronó como una banda gay y hétero, una banda festiva. También, un disco dedicado a las canciones de telenovelas acentuó su gusto por el amor exagerado y dramático, muy lejos del mandato rockero de amor anodino o tristón, o sea, “varonil”. Lolo, el de la guitarra de Lolo, lo explicó en una entrevista reciente con Diario Uno de Mendoza: “Para mí no hay cosa más divertida que el electropop con tendencia gay, siempre escuché ese tipo de música, aunque escucho todo tipo de música. ”Además, la androgenia siempre me influenció muchísimo, gente como David Bowie... Los cambios de peinado y el maquillaje me llamaban la atención, la estética gay me pareció siempre mucho más atractiva que la heterosexual, de macho. Igual, Rob Halford, el líder de Judas Priest, es súper gay y es el tipo más heavy metal, pesado y que más facha tiene en el mundo. En los géneros musicales ahora todo se mezcla más”. El contexto de esa declaración era la próxima actuación de la banda en la Vendimia para todos, la vendimia gay que se celebró en marzo de este año, también con la participación de Moria Casán.
Años antes, ya habían cerrado una de las marchas de orgullo más festiva: la del 2010, que celebraba también, la aprobación del matrimonio igualitario, ratificando una inclinación conceptual a las reivindicaciones por la diversidad sexual. Pero también habría que agregar, para trazar un perfil justo con la versatilidad de la banda (la clave de todo), cerraron en 2006 un recital organizado por Abuelas de Plaza de Mayo como broche de oro de la campaña “Gracias, Abuelas”.
Lo “curioso” de la vinculación de la banda con los guiños lgbt es que sus letras no hablan necesariamente de relaciones hombre-hombre o mujer-mujer. (Convengamos que Abba se convirtió en fetiche e insignia queer estando constituido por dos matrimonios hétero.) En Miranda!, más allá de algún pronombre que se cuela o de alguna ambigüedad que queda ahí, todas parecen historias de amor entre ella y él, interpretadas por las voces masculina y femenina, Ale y Juliana. Hay, más bien, descripciones que muestran un estilo de vida desacartonado. En “Uno los dos” (disco Sin restricciones), por ejemplo, Ale canta la tristeza de una separación en la que los dos deben empezar a recobrar sus individualidades: “Abriré mi placard./ Pondré todo en su lugar./ Tengo que separar / toda tu ropa que no quiero usar”. Viniendo de ellos, uno podría pensar que Ale tranquilamente pudo compartir algunas prendas con su ex. También hay en sus canciones múltiples referencias a la pista de baile como terreno de histeria, disfrute y alguna desilusión amorosa. Además, en El disco de tu corazón, Alaska (de Fangoria) es una de las invitadas estrella cuya voz grave se intercala en un dúo con el agudo Ale Sergi. El ya lo había adelantado en uno de sus primeros temas: “Confundo a todo el mundo./ Despisto con este modo de actuar” (“Mentira”, disco Es mentira). Y bueno, ése es el efecto que generó Miranda! desde el comienzo, sazonado por algún beso hombre-hombre sobre el escenario y por propuestas como la de este último video protagonizado por Juliana. Igual, es llamativo: en Magistral aparece la canción “Ritmo y decepción” y también su reformulación, preparada nada menos que para ser la cortina musical del Fútbol para Todos, el plan machote televisivo de todos los fines de semana. Cuánto contraste: en el video de esa canción, los integrantes de la banda están todos vestidos alla Flashdance en un gimnasio, con calcitas coloridas y vinchas, dándole a un aerobic enloquecedor.
Es que en realidad, lejos de los estigmas de género, habría que reparar en otros versos de la discografía de Miranda!, como “Así te doy/ hasta cansarme, hasta abrazarte / hasta dormirme con vos” (“Romix”, disco Es mentira); “Pasemos a lo bueno / Deshazte de tu ropa y dime oh oh oh”; “Percibo en qué momento te comienzas a mojar/ y entonces no puedo parar/ hasta sentir que te hago mía” (“El Profe”, disco Sin restricciones) o “Cuéntame el cuentito / De tu dulce bomboncito / Al que le saco el papelito / con mi boca suavecito” (“El showcito”, disco Miranda es imposible). Todas esas canciones, y muchas otras, pintan un escenario prendido y audaz que, más allá de que las canciones hablen de un él y un ella o no, transmiten una energía sexual, lúdica y contagiosa. Eso, para todos y todas.
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