La intención ha sido sorprender el artificio del doble, o cazar la dualidad, que se vean las dos personas que hay en una. Pero lo que se ve no es eso. Siempre tenemos allí a una única persona que deja en evidencia, con una potencia exagerada de la que sólo una drag queen es capaz, la posibilidad de partirse, ser casi dos pero siempre uno mismo. Trabajo mediante, eso sí, dos caras (casi un hombre, casi una mujer) que históricamente han querido verse como aparentemente opuestas ahora unidas por un tabique nasal y una sola expresión. ¿Cuál es el trabajo que media? Cómo saber si lo artificial es el make-up o la barba, los ojos de macho arrasador o las pestañas postizas que imponen cierta ternura gatuna. El fotógrafo dispara la cámara en ese instante en que la representación de lo masculino y lo femenino, siempre bellísimo, eso sí, se encuentra sorprendida en plena mitad, en lo inconcluso; ambas caras son tan ficticias y tan reales. No hay mitad verdadera o mitad falsa. A su vez, no parece que la cara esté a medio maquillar, las dos partes son construcciones pero ninguna de las dos está incompleta y esto, tal vez, sea el gran hallazgo y lo que impacta cuando nos encontramos con la serie. Son tan drags en la mitad hombre como en la mitad mujer que imponen el verosimil de que ellos, ellas y también nosotros si nos ponemos a buscar adentro o en el bolsito de maquillaje, también lo somos. Pura, bella y seductora, pero bajo todo punto de vista, una construcción.

La mirada del espectador se pierde en una, en la otra, y como preso de un juego óptico descubre que ninguna de las dos es definitiva. La feminidad de una mitad empapa la masculinidad de la otra parte, y de regreso pasa lo mismo. Mirando fijo, ni siquiera se alcanza a ver dónde está el límite. Una imagen que vale mil palabras de libros de teoría queer y reclamos identitarios es esta muestra que nacida como un homenaje a las combativas drags de los años setenta, quiso capturar a las nuevas en pleno ejercicio de su contrucción. En tiempos en que ciertos hitos o catástrofes se ponen de moda: llámese hambrunas, guerras, masacres, etc., a la diversidad sexual no le falta prensa y exposiciones de fotos elegantes y hasta revulsivas. Esta es una de ellas, muchas más vendrán respondiendo a manifiestos contra la norma, pulsiones militantes, desafios y esperanzas comerciales. Todas ellas, sea cual fuere la intención, conducen la mirada hacia la ambigüedad y a lo lábil de las poses.

El fotógrafo se encontró con esa idea en una fiesta en la que había sido convocado para realizar una serie (imperdible) sobre artistas de burlesque que también puede visitarse en su página. “Mi intención con Half-Drag es capturar lo masculino y también el alter ego femenino de un mismo sujeto en una sola imagen.” No se trata de un trabajo hecho por encargo, así que el autor invita a quienes entran a su página a donar unos dinerillos para solventar el trabajo. Esta serie que comenzó en Internet ha dado la vuelta al mundo en revistas que lo han levantado, desde Vogue de Italia hasta este suplemento. Algunas de sus drags fueron seleccionadas para hacer una representación que evoca al viaje de Alicia en el espejo y que se lleva a cabo este mismo mes en Berlín.

“A través del gran poder que tiene el pelo, el peinado, las sombras, la base, las pestañas, se transforma mostrando su lado femenino, mientras que simultáneamente nos muestran su lado masculino; las identidades se han compuesto ante la mirada de la cámara y no se han retocado por partes en la post-edición”, aclara Leland Bobbé, como si hiciera falta.l

Para ver la web y el blog de Leland Bobbé ingresar aquí : http://lelandbobbe.com