MUESTRA
Noactor, nohombre, nomujer, noWalter, quizá clown, quizá travesti, quizá paracultural, siempre haciendo reír, siempre buscando las grietas: Batato Barea. Memorabilia es una muestra que intenta, sabiendo que es en vano, recuperarlo todo.
Seedy González Paz, responsable de Memorabilia, construye un mapa de la vida de Batato Barea que incluye su iconografía casi nunca vista, al menos toda junta: objetos cotillonescos, manuscritos de poemas y carpetas de viaje, Walter niño llegado de Junín, manteniendo relaciones epistolares. Una vez andaba con las uñas de color amarillo patito y un pantalón palazzo con dibujos de pavos reales, caminando muy erguido, sacando pecho. Ibamos por la calle y yo vi un montón de obreros en la vereda y le dije: “Ah, no Batato, crucemos, no pasemos por ahí”. El, con más razón lo hacía. “¿Cómo no? Nosotros vamos a pasar justo por ahí”, me respondió.
Otra vez, íbamos en colectivo, en el 64, y nos bajamos en el Botánico. De pronto, escuchamos que un muchacho corría gritando su nombre. Batato se dio vuelta, el chico se acercó y le entregó una flor. “Ves, yo trabajé toda mi vida para esto”, me dijo.
“He decidido mostrar fotos originales, tocadas por el tiempo, algunas con la firma de los propios autores, humedecidas, vivas”, cuenta el curador. De una exposición que incluye obras y reproducciones autenticadas de artistas como Marcia Schvartz, Alejandro Kuropatwa, Jorge Gumier Maier, Omar Schirilo, Marcos Zimmermann, Gianni Mestichelli, Liliana Maresca, entre otros. Y vestuario, dibujos y objetos realizados por el mismo Batato.
–La idea básicamente surgió de Marcia Schvartz, ella fue quien retrató a Batato en los ’80, de ahí me surgió la idea de hacer un gran retrato de Batato, en el que se pudiese observar no sólo su imagen, sino también sus pensamientos, sus ideas, sus cosas, toda su vida, de alguna manera. Hace poco me encontré con la directora escénica y vestuarista Claudia Billourou, y el artista plástico Leandro Torres, ambos codirectores de la escuela de arte y oficios del Teatro Argentino de La Plata que tenían la intención de proyectar en video sobre Batato en la escuela. Pero, al ver el lugar, la sala de exposiciones, la disposición de los espacios, decidí presentarles el proyecto que tenía en mente desde hacía algún tiempo y a ellos les encantó la idea de mostrar a Batato en la Tae.
–Batato Barea fue el primer y único clown travesti literario. Conociéndolo como amigo, pude comprender que él manejaba un credo. Nada común. Siempre escapando, liberándose. Fue un ser con muchas facetas humanistas. Por ejemplo, se vinculaba con personas marginadas y él las hacía valer, las incluía en muchos de sus espectáculos, las alentaba. Por otro lado, era muy movilizador ver a un clown travesti con manierismos muy patéticos recitar un poema de Alejandra Pizarnik. Triplicaba. Era triplemente dramático. El veía luz en todo eso y no se equivocaba.
–Fui su amigo, en su última época. Como soy artista le hacía volantes o afiches para sus obras o performances, en un momento donde todo era con tijera y plasticola. El me daba sus historietas y yo las rearmaba, las emprolijaba sin ser invasivo y a él eso le fascinaba. Y yo, que era muy niño para la época, andaba detrás de él, atraído por sus colores, sus modos, su valentía. Luego continué la relación acercándome a sus padres, relación que hoy sigo manteniendo con su papá.
Memorabilia. Sala de exposiciones de la Tae (Escuela de arte y oficios del Teatro Argentino), calle 51, entre 9 y 10, primer subsuelo, La Plata.
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