A LA VISTA
El grupo existe hace apenas un año, pero ya tiene dos de condena en prisión. Las caras de este nuevo grupo de punk femenino, Pussy Riot, existen –ya sea encapuchadas o con traje a rayas– y ya dieron la vuelta a las pantallas del mundo a partir de la performance –llevada a cabo en una iglesia– en la que le pedían a la Virgen María que por favor se llevara bien lejos a Putin. Ni que Madonna se pintara “Pussy Riot” en la espalda en su último show, ni que Yoko Ono twitteara en su defensa ni la huelga de hambre de las tres acusadas lograron salvarlas de la condena a dos años de encierro, que se conoció el viernes pasado. Con tres de ellas tras las rejas, ahora van por las demás.
Los cuarenta segundos que duró la acción en el templo semivacío –hasta que primero una monja y, luego, la policía las bajaron del altar– fueron caracterizados como acto de vandalismo, y ellas, acusadas de corromper el orden público, de ofender la sensibilidad religiosa de los presentes, de persignarse con ironía y moverse provocativamente.
Durante el juicio se leyeron también los resultados del examen psíquico de Nadia, Masha y Katya. Al parecer, las tres sufrirían de las mismas anomalías psíquicas (lo que no las vuelve inimputables): cada una tiene en distintas dosis un “enfoque proactivo de la vida”, “impulsos de autorrealización”, “alta autoestima” y “propensión a reacciones de protesta”, características que en la Rusia de Putin son males contagiosos.
Nadezhda Tolokonnikova
Tal vez la cara que más circuló en los diarios y en la TV. En los medios se la caracterizó como “líder” del grupo, término curioso para designar a una integrante de un grupo donde todas usan seudónimo y capuchas flúo justamente para desindividualizarse. Nadezhda tiene veintidós años y es estudiante de Filosofía en la Universidad estatal de Moscú, está casada con Pyotr Verzilov y tienen una nena de cuatro años. También tiene historia en el activismo político –participó en el grupo Voina– y ya había sido detenida por sus performances como parte de las Riot en enero del año pasado, cuando tocaron el tema “Revolt in Russia” en la Plaza Roja.
Yekaterina Samutsevich
Con 30 años recién cumplidos, es la mayor de las tres. Es licenciada en Informática, trabaja como programadora y también estudió fotografía y multimedia en Moscú. A la Corte solamente la acompañó su abuelo, Stanislav Samutsevich. Dice ser –dentro del grupo, que fundamentalmente apunta sus acciones a la denuncia de la dominación masculina– una de las más interesadas en los asuntos Glttbi.
Maria Alekhina
Tiene 24 años y está en el cuarto año del Instituto de Periodismo y Escritura Creativa de la capital rusa. Estuvo ligada desde muy joven al activismo ambiental, de hecho, fue miembro de Greenpeace. Tiene un hijo de un año y durante el tiempo que estuvo detenida junto a sus compañeras manifestó miedo a perder la tenencia. Durante el proceso jugó un papel muy activo, increpó a los testigos y fue la que más cuestionó, hasta el final, la naturaleza de los cargos contra las tres.
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