LISA KERNER SE EXPONE
› Por Diego Trerotola
El plumín como escalpelo, sangre de tinta, el dibujo como vivisección, el cuerpo servido sobre la hoja, operaciones de una dibujante forense, con algo de caníbal. Eso es lo que despliega Lisa Kerner en A punto, su última fragmentación en dibujos, donde se presenta en espacio privilegiado su más reciente obra, “Cena”, dibujo que representa un elegante acto de autofagia: Lisa es la única comensal en un banquete de gala donde el plato principal es ella misma, prolijamente servida en bandeja, trozada en diez presas. Si el autorretrato tiene bastante de autofagia y también de autopsia, ese dibujo, con un humor negro de cartoon, es la más suculenta expresión del género.
Pero la segmentación corporal que reaparece en varios dibujos de la muestra no es una forma de mutilación sino de multiplicación, es todo un procedimiento ecológico: podar para que crezcan nuevas ramificaciones. El autorretrato es multiplicación, incluso en su representación verbal: Lisa por Lisa, o mejor Lisa X Lisa, haciendo del signo de multiplicar una equis como la que se usa en sustantivos y adjetivos para desmarcarlos o volverlos trans, para borrar el género como imposición. “Jugando con el tema de la identidad de género como disparador, esta serie de dibujos fue creada para una publicación en blanco y negro que, al día de la fecha, no ha visto la luz... Todxs tenemos una identidad de género. ¿Cuál es la tuya? Vos... ¿qué ves cuando me ves?”, escribe Lisa como carta de invitación a que juguemos todxs con nuestra equis interior, cromosomática, que transita en nuestras venas. Y a través de su espejo, la aventura dibujada de Lisa en su País de las Maravillas es una autoexploración para sintonizar, sincronizar las transformaciones diversas: visibilizar cuerpos alojados en la propia anatomía. El cuerpo siempre como un refugio habitado por posibilidades de ser y hacer que el trazo de la dibujante vaya abriendo y cerrando sobre el papel: corte, tajo y cierre relámpago son cicatrices y fronteras que delinean sensualidad al igual que las protuberancias, bastante vegetales, que crecen y se enlazan, como en las dos Lisas de su Géminis, dúo de género dinámico.
Por estas razones estéticas e ideológicas, el autorretrato para Lisa no es nunca mero acto reflejo de exposición, sino la voluntad de crear un filoso rayo de luz (otra imagen constante en esta muestra) que atraviesa el prisma para descomponerse en otras caras y dimensiones de la realidad física. En paisaje desértico de la hoja en blanco, la línea florece orgánica hasta que brota el cuerpo-oasis, espejismo móvil de agua donde Narcisx se refleja pero su transpiración (que es el 90 por ciento de la creación) salpica sobre la superficie especular hasta que se distorsiona en círculos concéntricos, como sucesivos lentes deformantes, para reduplicar y reconfigurar la imagen, sin que nunca deje de ser reconocible. Porque si hay algo que hace especial cada dibujo de Lisa es lograr poder reconocerse siempre, incluso cuando lo que exhibe es lo que encandila porque todavía es un sueño impropio. l
A punto, muestra de dibujos de Lisa Kerner, se exhibe hasta el 7 de octubre en Milión, Paraná 1048.
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