EDUCACION EN LA DIVERSIDAD PARA CRECER EN IGUALDAD
Desde el año pasado se reparten en todos los colegios del país los Cuadernillos Educación Sexual Integral para docentes y la revista Para Charlar en Familia, guías de orientación para instalar en las aulas, entre otros temas, el respeto a las diversidades sexuales y la prevención de las enfermedades, enfrentándose así a los sectores más reaccionarios del catolicismo.
› Por Adrián Melo
Cuando en diversos ámbitos de capacitación se les pide a los docentes de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires que refieran alguna experiencia de educación sexual que hayan recibido en la escuela durante su juventud hay un recuerdo prevalente. A los trece o catorce años, un médico del barrio u otro profesional, auspiciado generalmente por Johnson & Johnson, iba a las escuelas a dar “una charla”, en rigor dos charlas que se desarrollaban separadamente, una para los chicos y otra para las chicas. A partir de dos gráficos insípidos del aparato reproductor masculino y del aparato reproductor femenino se explicaba científicamente cómo funcionaban ambos. Si el personal que venía era lo suficientemente progresista, se mostraban a los estudiantes los dos aparatos genitales; si no, solamente el del propio sexo. Seguía un video igualmente aburrido que explicaba cambios corporales en la adolescencia: la voz, el vello, el crecimiento de los genitales, etc. A veces, la profesora de biología mostraba fotos tétricas relacionadas con enfermedades de transmisión sexual. Esa fue la experiencia en educación sexual escolar para varias generaciones en Argentina.
Es en contra de este paradigma biologicista que se vienen desarrollando las políticas educativas nacionales desde la promulgación de la ley 26150 de Educación Sexual Integral (2006), sobre todo a partir de la aprobación de contenidos y lineamientos curriculares sobre la temática acordados en el Ministerio de Educación de la Nación por la mayoría de las provincias en pacto federal (2009). Según la ley, la educación sexual integral abarca aspectos biológicos, sociales, psicológicos, económicos éticos, afectivos e históricos. Por eso, aquello que llamamos sexualidad excede ampliamente las nociones de “genitalidad” y de “relación sexual”.
Con esta perspectiva, la educación sexual integral no puede reducirse a una charla o a ciertos contenidos que deben brindarse en la pubertad, sino que es un proceso de enseñanza y de aprendizaje desde el jardín de infantes hasta el final de la escuela secundaria, y no solamente en una o en una serie de materias, sino de manera transversal en todas las materias.
A este fin apuntan los materiales escolares producidos por el Programa Nacional de Educación Sexual Integral del Ministerio de la Nación –serie de Cuadernillos ESI– con contenidos para los tres niveles, así como la revista para familias y las capacitaciones que empezaron a desarrollarse este año. En cada cuadernillo se parte del reconocimiento del docente como ser sexuado y atravesado por la sexualidad. Por ello, la puerta de entrada a los cuadernos es la pregunta acerca de qué les pasa a los docentes con la educación sexual. La segunda puerta de entrada analiza críticamente las maneras en que se distribuyen los roles y las tareas entre chicos y chicas, las normas de convivencia a veces adecuadas según el género, las formas de agrupamiento en las aulas, el color de los delantales o las normas diferenciadas que rigen para varones y mujeres con respecto a la vestimenta, el peinado o los comportamientos esperables que toman forma en expresiones tales como: “Ese no es juego para nenes”; “Así no se comporta una señorita”; “Los hombres no lloran”. Uno de los temores más frecuentes de los docentes es la posibilidad de queja de las familias más conservadoras o más religiosas. Sin embargo, desde que la ESI es ley, no es necesario como antaño contar con la aprobación de las familias o pedir el aval mediante una nota. Si los postulados de la ESI entran en contradicción con creencias de las familias, debe primar y reconocerse el derecho de las y los estudiantes al acceso al conocimiento científico que permita, entre otras cuestiones relevantes, prevenir los abusos sexuales, los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual.
“Dorotea y Miguel son muy buenos amigos... casi todo el tiempo. Un día leyeron un libro que se llamaba El caballero y la princesa.
–Juguemos –dijo Miguel–. Yo seré el caballero y tú, la princesa.
–¡Sí –exclamó Dorotea.
–Te salvaré de los malos, ¿de acuerdo? –dijo Miguel.
–¡Pues no me parece! ¿Qué hay de malo en que la princesa salve al caballero?”
A partir de una historia sencilla para lxs niñxs, pueden abordarse tópicos y contenidos referidos a situaciones que suelen otorgar cualidades diferenciadas a varones y mujeres asociadas a prejuicios de género e incluso reproducir, a pequeña escala, valores que refuerzan el paradigma de la dominación masculina.
De manera análoga, son sugeridas canciones tales como “Me miro en el espejo / me quiero conocer, /saber qué cara tengo, / y de qué color la piel. (...) Me quiero como soy, / qué importa si soy flaco, / o petiso y panzón. / Así soy yo / mucho gusto en conocerme / y encantado de quién soy”, del recientemente fallecido Hugo Midón.
El hincapié de la Educación Sexual en el jardín de infantes está puesto en el conocimiento del cuerpo, de los nombres científicos de las partes del cuerpo, de la necesidad de reconocer que el cuerpo tiene partes íntimas que no deben ser violentadas. Asimismo, se tiene particularmente en cuenta la cuestión de la higiene, del respeto a la privacidad, del cuidado del cuerpo propio y el ajeno y de los derechos y las obligaciones.
La enseñanza y el aprendizaje de la ESI puede realizarse en todas las materias en tanto comprende la expresión y valoración de los sentimientos y los pensamientos, las distintas maneras de concebir el amor y la sexualidad a lo largo de la historia, las luchas sociales de las diversidades sexuales o de las mujeres contra los estereotipos de género, el derecho al placer y a la salud sexual.
En materias de ciencias sociales, los contenidos pueden expresarse en biografías o historias de vida como los romances de Mariquita Sánchez de Thompson, cuya trayectoria vital permite reflexionar sobre las maneras de amar en otras épocas o sobre diferentes formas de concebir el matrimonio. En Arte, a través del análisis de ciertas pinturas se puede dar cuenta de las maneras en que se repartían los roles de hombres y mujeres en diferentes momentos históricos. Filosofía puede ser un campo propicio para reflexionar sobre el modo en que diferentes filósofos pensaron la amistad. En Literatura a partir del abordaje de textos clásicos: Satiricón de Petronio, el Decamerón de Bocaccio o Noche de reyes, Sueño de una noche de verano o Trabajos de amor perdidos de Shakespeare, donde pueden indagarse modos de vivir el erotismo diferentes de los establecidos. A través de poemas como los de Sor Juana Inés de la Cruz o de Alfonsina Storni que expresan por primera vez el deseo femenino, pueden verse maneras de lucha que encontraron las mujeres a partir de la literatura.
Hay una dimensión que parece recuperarse en el paradigma que se quiere instalar y es la del placer. Y no solamente el placer físico sino las múltiples sensaciones placenteras que en las escuelas se expresan a través del acto de amor de enseñar y aprender.
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