Las parejas siguen sonrientes, tan idénticas a sí mismas como el fondo que las soporta. Posan sin más gracia que el que sabe que está haciendo una gracia, desde contraer matrimonio, decir whisky, hasta prestarse al juego de la amiga fotógrafa, Hana Pesut, que decidió experimentar con una buena y vieja idea: hurgar en la arquitectura de las duplas. ¿Hasta dónde intercambiamos? La mujer se presta a vestirse con las ropas del hombre, y él, (lo que aun se supone es hazaña mayor) se pone lo de ella. Luego del intercambio vuelven a posar y ahora la ropa determina el lugar donde se ubican y también qué hacen con los brazos, cómo cruzan las piernas. Se imitan, se mimetizan. Es decir, la ropa no les ha cambiado el sexo, ha hecho algo peor, los ha vuelto el otro o la otra. La cuestión de hábito no marca el género sino el lugar en el mapa, izquierda o derecha. No hay hombre ni mujer sino el otro miembro de la dupla signado por el poder inconmensurable de los trapos. Demasiado ajustados o irremediablemente grandes, sin solución de talles, los hábitos nos mantienen unidos. Los dos son uno. Cómo librarse de esa relación es la pregunta ahora.

No hay riesgos ya, es cierto, ni tampoco chiste. Asistimos en esta era que anuncia el post binarismo a gestos fronterizos entre el activismo performático y la oportunidad que ahora además de ONG cuenta con la estrategia del crowdfunding –mecanismo de financiación divulgado online por el cual la multitud solventa un proyecto poniendo un mínimo aporte–. Hana Pesut lleva doscientas parejas fotografiadas (a las que llama mis “switcheroos”) alrededor del mundo: España, Japón, Francia, Austria, México, Canadá e Inglaterra. Será un libro con 64 páginas con una selección de todas los que ya fueron siendo exhibidas en diarios, revistas, galerías y publicaciones online.

Las fotos están en sincerelyhana.tumblr.com