EL SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS ENVIA ESTE MENSAJE DE FIN DE AÑO, ESPECIALMENTE, PARA QUE LLEGUE A TODXS LXS LECTORXS DE SOY. ADEMAS DE UNA EXPRESION DE DESEOS, LO ENTENDEMOS Y CELEBRAMOS COMO UNA DETERMINACION POLITICA.
› Por Ban Ki-moon
El 10 de diciembre llevamos a cabo una conmemoración muy especial. Se trata de un documento, nacido en diciembre de 1948 y que cambió para siempre la manera en que tratamos a los miembros de nuestra familia humana. La Declaración Universal de Derechos Humanos constituyó un cambio fundamental en el pensamiento global al afirmar que todos los seres humanos —no algunos, no la mayoría, sino todos— nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
La lucha por lograr estos ideales es la esencia de la misión de las Naciones Unidas. La comunidad internacional ha logrado un firme historial de lucha contra el racismo, promoción de la igualdad de género, protección de los niños y eliminación de las barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad. Queda mucho por hacer en todas esas esferas.
Pero estamos logrando cambios en materia de discriminación, tanto en las leyes como en la práctica. Si bien algunos prejuicios antiguos comienzan a desaparecer, otros se resisten a hacerlo. En todo el mundo, lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGTB) son objeto de ataques y agresiones, y en ocasiones son asesinados. Incluso niños y adolescentes son objeto de burlas, palizas y acoso de sus compañeros, se les expulsa de la escuela, sus familias los repudian, se les fuerza a contraer matrimonio y, en el peor de los casos, se les impulsa a suicidarse.
Las personas LGBT sufren en el trabajo, en clínicas, hospitales y en las escuelas, lugares en los que deberían protegerlos.
En más de 76 países, la homosexualidad sigue siendo un delito. He denunciado repetidamente esta discriminación trágica e injusta.
Ha habido cambios positivos en la última década. Reformas de largo alcance en Europa, América y varios países de Asia y Africa, y cambios extraordinarios en las actitudes sociales en muchas partes del mundo.
En la ONU hemos sido testigos de una serie de hitos históricos. En 2011, el Consejo de Derechos Humanos aprobó la primera resolución de las Naciones Unidas sobre derechos humanos, orientación sexual e identidad de género, en la que expresó “grave preocupación” por los actos de violencia y discriminación contra las personas LGBT. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó el primer informe de las Naciones Unidas en el que se documentaba el problema, y el Consejo de Derechos Humanos examinó sus conclusiones a comienzos de 2012. Esta fue la primera vez que un órgano de la ONU celebraba un debate oficial sobre el tema.
Los activistas ayudaron a abrir una puerta. No podemos dejar que se cierre. Todos debemos pronunciarnos contra la homofobia, en especial los líderes mundiales.
Es indignante que tantos países sigan penalizando a las personas simplemente por amar a otro ser humano del mismo sexo.
Inclusive, en algunos casos, se están introduciendo nuevas leyes discriminatorias. En otros casos, esas leyes no fueron originarias del propio país sino heredadas de antiguas potencias coloniales. Leyes enraizadas en los prejuicios del siglo XIX están fomentando el odio en el siglo XXI. Mientras existan leyes que traten a algunas personas como seres despreciables, criminales y merecedores únicamente de castigo, la sociedad tendrá permiso para seguir discriminando y castigando a esas personas.
Esas leyes deben desaparecer, deben ser sustituidas por leyes que proporcionen una protección adecuada contra la discriminación, incluida la basada en la orientación sexual y la identidad de género. Simultáneamente deben aprobarse normas de educación pública que ayuden a superar el odio y el temor, y aceptar a los demás tal como son.
Muchos líderes del mundo me dicen que les gustaría hacer más en la lucha contra la discriminación por la orientación sexual, pero mencionan la existencia de algunas barreras como la opinión pública, creencias religiosas y sentimientos culturales.
Respeto plenamente el derecho de las personas a creer en las enseñanzas religiosas que deseen y a aplicarlas en sus vidas. Esto también es un derecho humano. Pero nunca puede excusar la violencia o la discriminación.
Entiendo que puede ser difícil enfrentarse a la opinión pública. Pero el mero hecho de que una mayoría pueda reprobar a algunas personas no da derecho al Estado a negarles sus derechos básicos. La democracia es algo más que el gobierno de la mayoría. Requiere defender a las minorías vulnerables de mayorías hostiles. Los gobiernos tienen el deber de hacer frente a los prejuicios, no doblegarse ante ellos.
Todos tenemos un papel que desempeñar en esta lucha. Recientemente, Desmond Tutu dijo que la ola del cambio está compuesta de un millón de ondas. Al celebrar el Día de los Derechos Humanos este año, volvamos a comprometernos con cumplir la promesa de la Declaración Universal de Derechos Humanos para todas las personas, como era su propósito original.
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