La novela de la peruana Silvia Núñez del Arco está inhallable, nunca se publicó en la Argentina; la profesora la compró en Perú. Y como señalan las autoridades de la escuela: “¡Ahora todos los chicos quieren leerla!”. El juzgado de familia de la provincia, por si hiciera falta, decidió sacar el libro de circulación. ¿No será mucho? Aquí, una sinopsis realizada por la profesora, más algunas anotaciones al margen sobre lo que pudo haber molestado tanto a la comunidad educativa.
En líneas generales, se trata de una chica que entra a un colegio nuevo y encuentra amparo en una profesora de alemán. En primera persona narra el período entre los 14 y 16 años. La chica, que tiene un novio de su edad, empieza a enamorarse de su profesora y poco a poco a fantasear con la posibilidad de que la profe sea lesbiana, y piensa: “Si llegara a serlo, no está mal”. Cada vez fantasea más en ese sentido. Por ejemplo, la ve acercarse al banco de otra alumna e imagina cómo serían las cosas si todo fuera como ella imagina. Empiezan a tener encuentros por fuera de la escuela y se genera una relación de amor y odio, que se podría leer como una situación de abuso en el sentido de que la que todo el tiempo tiene el poder es la profesora. Nunca sabemos si la profe es lesbiana o no. Tampoco lo sabremos de la chica, vemos sí que no le gustan sus compañeras ni ninguna otra mujer. Lo que se ve es el cuestionamiento sobre su sexualidad, sobre tener un novio varón y que al mismo tiempo le guste esta mujer. Lo que molestó, dicen, es que, por ejemplo, en una parte se aluda al tema de la droga. Resulta que hay una compañera de la protagonista que fue violada y no encuentra contención ni en la escuela ni en la familia. La protagonista en un momento descubre que la chica tiene droga en la mochila. Y queda claro que la chica recurre a la droga porque ve en eso algún tipo de amparo.
En relación con la acusación de pornografía, no hay nada por el estilo, hay situaciones que son eróticas, no hay escenas de sexo entre ellas, ya que nunca concretan. Sí hay fantasías, por ejemplo: en un momento la chica sigue a la maestra hasta la casa y la espía por la ventana, la ve en camisón y se excita. Le gusta el perfume de la profe, el vestido, las florcitas de sus zapatillas. También hay un momento en el que se masturba pensando en la maestra.
La protagonista también hace referencia a las primeras experiencias sexuales con su novio, siempre narrado como algo que no quiere hacer, que hace por la presión del chico, por las presiones sociales de tener una pareja. Critica la posición de pasividad que tiene la mujer en esos encuentros sexuales, dice que “chuparle la pija le da asco”, por ejemplo. Usa un lenguaje coloquial, habla de la penetración como “me la metió”. Pero no es un lenguaje chabacano, es la forma en la que hablamos todos.
En un momento sabemos que la profesora se acuesta con el director y llega a decrirle a su alumna que lo hace por dinero. Aquí empiezan los cuestionamientos hacia ese personaje idealizado; después se descubre que la compañera había sido violada por el director y que la maestra había encubierto el abuso. La protagonista empieza a desconfiar cada vez más de la maestra y a pensar: “Si a mi compañera le hizo esto, también me lo podría hacer a mí”. No es una historia lineal, no hay apología de las drogas ni siquiera una historia lésbica. Es una historia narrada desde la voz de una adolescente donde aparecen cuestionamientos varios, a la sexualidad, al mundo de los adultos, entre otras cosas.
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