INSPIRADA EN DIARIOS, DE ALEJANDRA PIZARNIK
› Por Maria Laura Flores
Cuatro baños, cuatro mujeres, cuatro Alejandras. "Están todas las fichas pero no se pueden unir", porque el agua las expande, las confunde, las cimienta como a muros inteligibles imposibles de demoler, porque el agua potencia, exige y ahoga, ¿y cómo sofocar la desesperanza? ¿Cómo batallar con una depresión obstinada? Para responder esas y otras preguntas estarán sus alter egos, Agustina Montiel, Lucila Németh, Clara Murgia y Nicolás Deppetre, cuyos personajes representarán cuatro facetas de la poeta y se sacudirán la piel para estrenar otros cuerpos, otros modos de andar, otras formas de amar(se) y detestar(se).
La razón en estado lineal, la razón en un nivel superior, el cuerpo y la emoción serán los cuatro salvajes lugares por donde andará una Pizarnik en duda constante. Los cuatro alter egos se preguntarán, se contestarán, se putearán, se retarán, se reconciliarán y formarán un personaje único capaz de ser amado y admirado, como la propia Alejandra Pizarnik.
Cada palabra del guión, cada elemento, y hasta la música, se fusionan para intentar demoler las convenciones hasta ahora utilizadas para entenderla, porque si de algo no caben dudas, es de que Pizarnik es una criatura de estudio que vagó por la mente de miles de intelectuales intentando ser comprendida, o al menos intuir sus laberintos. ¿Y por qué? ¿y para qué? Agua para Alejandra se convierte en casi un homenaje para salvarla de tantxs adictxs que quedan aprisionadxs buscando en sus versos la piedra de la locura ("no mi voz obstinada en parecer una voz humana sino la otra que atestigua que no he cesado de morar en el bosque").
Alejada de teorías lacanianas psicoanalíticas, teorías feministas, movimientos malditos y surrealistas, Florencia Berthold, la directora, se adentra en la sinceridad del lenguaje, lo explota para guardarle honestidad congénita: las palabras, en Pizarnik, no eran silabas en el aire, debían representar, tenían la obligación de ser músculos en el papel. Y hasta allí llega Berthold, con el acompañamiento de tres actrices y un actor que se sumergen en el lenguaje y le inyectan casi la misma fuerza que poseen los versos de Alejandra.
En Agua para Alejandra la poeta intenta descubrir si está loca, desgarrada, enamorada, viva, y se pregunta "¿de verdad quiero morirme o ya me morí antes?" Un texto exquisito como un cadáver que se impacienta entre tanto verso y que a su vez nos deja el tormento de la incomprensión que pretende ser entendida. "Las fichas de Alejandra son tan difíciles de unir como las de cualquiera", se dirá ella misma, y nos interpelará en la indiferencia y el desamor que nos une, para volverse a repetir, incansablemente, "ayúdame a no pedir ayuda".
Agua para Alejandra, Viernes 21.30. Teatro El grito, Costa Rica 5459
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