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1 Películas
Con las películas me pasa algo muy parecido a lo que me pasa con los libros: me parece que desaparezco del mundo. Hay historias que no puedo dejar de ver: Los puentes de Madison, con Meryl Streep (aunque sea la pedorrada más grande del mundo, yo la veo 50 veces). Tengo un fetiche con las mujeres grandes. Los fanatismos duran dos meses, como mucho: me fanatizo con un actor, me fijo qué películas hizo y las veo. Una vez me fanaticé con Cabaret y estuve 6 meses con las uñas pintadas de verde: la vi 102 veces. Rent fue la primera película gay que vi: descubrí que era lesbiana y decidí ser actriz, todo al mismo tiempo. Me pareció que la película era parte de mí.

2 Libros
Los libros son mi mayor tesoro, sin ellos no vivo. Son líneas de escape, espacio de aprendizaje, de entretenimiento y de placer que puedo llevar a todos lados. Es lo único que no me da miedo acumular (además de sentimientos, claro), porque me da miedo acumular cosas. Sara Waters, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Silvina Ocampo, Gabriela Bejerman, Luciana Caamaño, Shakespeare, Lorca, Mariana Bugallo, entre otros.

3 Chirimbolos para el orden
Necesito que todo esté rotulado, encajado y puesto en un lugar determinado. Puede haber 7 cajas que tengan lo mismo, pero tiene que haber 7. A esas cajitas en especial les tengo mucho aprecio porque fueron un regalo de mi profesora de Química, Diana Amado. Ella fue la primera persona que se enteró, con la que hablé del tema (me refiero a mi lesbianismo).

4 Las tetas
Las tetas son una gran obsesión en mi vida, mi gran fetiche. Y también creo que es algo digno de admirar en todos los seres humanos. Eso, y las clavículas. Esas tetas en sí las hizo Vero, mi pareja, y algo que me fascina de las personas es la creatividad y el potencial artístico, me erotiza. O sea que estas tetas, además de ser mi fetiche erótico, son también mi fetiche estético e ideológico porque se relaciona con el plano creativo.