Viernes, 15 de noviembre de 2013 | Hoy
Se creó una Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual para capacitar y promover la aplicación de las leyes que protegen los derechos de la comunidad lgbti. Estará a cargo de la señora Lohana Berkins, reconocida activista travesti y colaboradora de este suplemento.
Por Liliana Viola
Para resumir y para ir directo al punto, se puede recurrir a ese viejo esquema de chiste en que alguien cuenta una noticia buena y luego una mala. Esa lógica del blooper define hoy la relacion entre la ciudadanía lgbti y el sistema jurídico. La buena la resumió muy bien Florencia Gemetro (de Lesmadres): en estos últimos diez años se promulgaron 20 leyes fundamentales que apuntan a respetar y hacer respetar los derechos de ciudadanos que no se identifican con el patrón heteronormativo. Leyes que ponen en circulación muchas ideas revolucionarias, como la disociación entre sexo y procreación, la existencia de familias no formateadas en el patrón de la familia tipo, identidades que no se fundan en un designio médico ni en el ojo ajeno. La buena es que las leyes están. La mala fue caracterizada con ejemplos que van de lo más desopilante a lo más trágico por todas las personas que participaron en la mesa. La mala es que las leyes no se cumplen. Que la gente no sabe que existen, cómo reclamar, cuál es el trámite básico. La mala tiene muchas razones, pero sobre todo una cadena de negligencias. En parte por la influencia de la Iglesia en el circuito jurídico, la insistencia de prejuicios en las personas que deben aplicar la letra y sobre todo un gran desconocimiento, por cuya grieta se filtran esos “hombres pequeñitos” de la homofobia internalizada. Lohana Berkins habló de una campaña de “alfabetización jurídica”, concepto que resume el ejercicio de desasnar que tendrá la oficina que ella dirige. La misma Gemetro cuenta que luego de un arduo trabajo del activismo para que los registros civiles del país reconozcan a los hijos de familias homoparentales, aún hoy hay funcionarios que se niegan a hacer el trámite y una mayoría de madres que desconocen los caminos básicos para hacer efectivo su derecho.
Si empezamos la crónica de este encuentro con un chiste es porque el tono de la reunión se fundó en la celebración y en la comicidad frente a paradojas de garantías que existen, pero que no se aplican. Barbaridades cotidianas como que hoy hay jueces que todavía no se pusieron a “estudiar la ley de identidad de género”, sistemas que aún no han ingresado el texto de la ley y que entonces obligan a abogados a ir con los artículos fotocopiados, la falta de conexión entre la base de datos de un banco, del registro civil y de un shopping, que hace que las personas tengan una doble identidad en cada institución o en cada provincia. “Ya no estamos hablando de reclamo de derechos como hablábamos en la época en que 15 travestis íbamos a denunciar a un golpeador y el abogado de turno le daba la razón a él, porque nostras éramos víctimas no de segunda sino de cuarta”, dijo la misma Lohana, sino del acceso y permanencia de esos derechos. Si una de las preocupaciones es qué hace el activismo y qué hace la disidencia cuando la legalidad les tapa la boca de todos los deseos, en esta reunión fue apareciendo una posible respuesta: avanzar hacia adelante y hacia los infinitos costados. Diana Maffía, con sagaz conciencia de este cambio, contó que le habría gustado poder decir que la creación de esta oficina se logró luego de años de lucha y esfuerzo, pero que debía reconocer que en la misma magistratura reclamaron su existencia luego de leer los informes que dan cuenta de la brecha mortal entre comunidad y sistema jurídico. La doctora Carolina Jacky, abogada trans de Mendoza, aportó más humor al humor de la sala cuando, más allá de sus 61 años y sus 30 en la profesión, se propuso de modo irrefutable como una abogada muy joven, “ya que hace tan sólo tres años que ejerzo como Carolina”. Como buena cuerva, dio tips para aprovecharse de los errores que subsisten en el sistema y también alentó a los abogados a tomar estas causas, no sólo por razones humanitarias sino porque existe una veta poco explorada. Dio detalles que prometió ampliar en proxima nota. Está claro que los progresos a nivel jurídico no equivalen a la transformación uno a uno de las mentalidades. Más allá de los parches provisorios y tips de supervivencia, la Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual apunta, con acciones de difusión y capacitación de letrados, letradas a tejer la red necesaria para que la brecha entre la ley y las cabezas sea cada vez menor.
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