Vie 19.09.2008
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La impunidad de los muñecos

En un pueblo donde las únicas heterosexuales son chicas que coleccionan novios gays habita la pareja gay más feliz del mundo: Rick y Steve, protagonistas de una serie animada tan incorrecta como divertida que ya puede verse en el cable.

› Por Mariana Enriquez

Quenton Allan Brocke es guionista y director de televisión, de origen filipino y abiertamente gay. Vive en West Hollywood y escribe para The Advocate. Quizá porque sus credenciales diversas son asombrosamente impecables, se decidió a crear Rick & Steve, The Happiest Gay Couple In All The World, una sitcom animada con la técnica de stop motion, que usa muñecos y piezas muy similares a las de Lego y Playmobil (no originales, porque las compañías demandaron al largometraje animado que precedió a la serie). El título es una tomada de pelo y toda la serie es un saludable ejercicio de incorrección que se ríe de los estereotipos de la comunidad, especialmente de la comunidad californiana. Así, cuando la pareja de lesbianas Kirsten (bulldyke, camionera) y Dana (lipstick) decide tener un bebé, acuden a sus amigos Rick (filipino, pasivo) y Steve (sureño, activo) para que sean donantes. Pero en el camino, Kirsten se rebela: “¿Por qué los gays y las lesbianas siguen tratando de llevarse bien? Ellos odian a las mujeres, nosotras odiamos a los hombres. Esto no tiene sentido”. El berrinche se le pasa, no el malhumor, y llegan a la casa de los señores perfectos, que no lo son: hace rato que no tienen sexo y están intentando un trío, sin suerte. En la casa, empiezan a discutir porque Rick quiere saber cuál será su rol: si es padre, si es sólo “el donante”... Kirsten vuelve a rezongar: “Estos tipos andan dejando su semen en cada baño y en cada paseo público del país, pero se les pide una cucharada y se comportan como si fuera oro líquido”. El embarazo se logra, después de una serie de enredos que no revelaremos aquí. La tercera pareja protagonista de Rick & Steve es la más diseñada para molestar: son Chuck (la voz es del gran Alan Cumming), un cincuentón en silla de ruedas (está paralítico) que es VIH positivo y tiene un novio latino de 19 años, Evan, que le roba las pastillas del cóctel para drogarse.

Así más o menos son las cosas en el pueblo ficticio de West Laghuna Beach, otra cita a West Hollywood; un pueblo/ghetto donde los únicos heterosexuales son las fag hags, es decir, las chicas que gustan de los gays. La más popular es Condi Ri (voz de Margaret Cho), que ya tuvo 17 novios gays y ahora quiere ir por el joven Evan.

Los detalles de Rick & Steve, The Happiest Gay Couple In All The World son certeros y algo crueles —así es la buena comedia—: los gays usan Mac (blanca, claro: el logo aquí es una banana), las lesbianas son vegetarianas y se niegan a adjudicarles sexo a sus hijos (les dicen él o ella indistintamente, para que el chico pueda elegir cuando crezca; incluso juntan dinero desde que nace para la operación de reasignación de género, si fuera necesaria), la gata de la pareja protagonista se llama Pussy (conchita) y ellos miran tanto porno que después no les quedan ganas de tener sexo real. Rick & Steve, The Happiest Gay Couple In All The World se estrenó el año pasado en EE.UU. en el canal de cable Logo, de contenidos exclusivamente queer, y por ahora sólo tuvo una temporada. Es una muy buena noticia que aquí se estrene en una señal, digamos, común. Porque quizás una de las cosas más interesantes sobre Rick & Steve (que es graciosísima, y tiene una animación realmente virtuosa) sea preguntarse si podría llegar tan lejos con su comedia, para adentro y para afuera de la comunidad, si la interpretaran actores humanos. o

Rick & Steve, The Happiest Gay Couple In All The World va los viernes a las 23 por ISat

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