Vie 07.02.2014
soy

Encontrar un norte

En junio, Toronto será la sede de la Fiesta Mundial del Orgullo Gay, que se conmemora cada tres años. Aquí, un mapa de ruta con paradas obligatorias para quienes estén pensando en esta ciudad como destino turístico de visibilidad y yire.

› Por Alejandro Zárate

Tuve la suerte de conocer Toronto en el momento del año de mayor ebullición queer. En junio del año pasado viajé para empaparme en los preparativos del Pride en la ciudad que se ha convertido en el hogar de la mayor parte de la comunidad gay de Canadá y que celebra su fiesta del orgullo desde hace más de 30 años. El año pasado desfilaron por primera vez gran parte de la policía de Toronto, con los patrulleros con banderas apoyando a la comunidad. Una fiesta inclusiva en la que no faltaron doctores, enfermeros, maestros, religiosos, bomberos, deportistas, ni tampoco familiares heterosexuales de gays y lesbianas, niños, discapacitados y hasta un colectivo con presos. Si el Pride de 2013 congregó a más de un millón de personas, la de este año –el Wordpride que conmemora el 45º aniversario de Stonewall– será una fiesta de proporciones incalculables. Promediando el año, Toronto se viste de seis colores: el shopping más grande de Canadá (el Toronto Eaton Centre) con sus vidrieras alegóricas al Pride, los restaurantes brindan menú especial, las tiendas envuelven a sus maniquíes con banderas, los supermercados ofrecen pastelería multicolor y, en algunas horas del día, hay actuaciones del coro gay de la ciudad, entonando temas populares. Ningún barrio se queda al margen, desde el prestigioso Yorkiville, uno de los más elegantes vecindarios donde tienen sus locales Louis Vuitton, Chanel, Tiffany’s, hasta los más populares como Chinatown, en donde se puede comer la comida más deliciosa. The Gay Village hacia la fecha del Pride se convierte en el corazón de la ciudad. La arteria central del barrio gay, la Church St., desde Alexander St. hasta Charles St. –alrededor de siete cuadras– se transforma en peatonal. El punto de encuentro y de partida es la estatua de Alexander Wood, quien fue un comerciante y magistrado en Canadá, dueño de numerosas tierras que hoy forman el Village Gay, icono de la comunidad LGBT de Toronto, deportado en 1810 a su Nueva York natal tras acusaciones de pedofilia. En el año 2005 se inauguró la estatua de Wood del escultor Del Newbigging, en la esquina de Alexander St. y Church St., que hoy es uno de los puntos míticos de encuentro del barrio gay.

En The Village hay bares para todos los gustos y también un buen número de sex shops y negocios con productos para gays y lesbianas. Son muchísimas las opciones noctámbulas: para quienes gusten de los bares clásicos, mejor armarse de paciencia porque explotan de gente. Cada uno tiene su atractivo, como Flash, en donde muchos chicos con cuerpos esculturales hacen bailes del caño, y si los clientes pagan los aranceles, pueden ir al dark room con ellos. Remington’s es un club de hombres nudistas, donde se pueden ver los Adonis más impactantes de Toronto, claro que con tarjeta de crédito en mano. Woody’s es el lugar gay más popular de Toronto: buena música, gente amistosa y shows. Este lugar, al que van tantos gays como lesbianas, tiene varias pistas, muy buenos tragos y funciona desde temprano. Vale la pena aventurarse al calor del cuero y el metal de Black Aegle, un paraíso leather. La oferta de Toronto es variadísima: es posible comer las mejores hamburguesas en un bar para osos nudistas y alquilar una porno a las 3 de la mañana y verla en el cuarto de videos en el fondo del local. Para los que gustan del dancing, la mejor opción quizá sea Fly, donde concurren hermosos jóvenes de aquí y allá con ganas de bailar hasta la madrugada. Es muy recomendable también el Gladstone Hotel (en 1214 Queen St.), uno de los hospedajes más interesantes de la ciudad. Sus dueñas, ambas lesbianas, convirtieron el edificio en un lugar de puro diseño, con las 37 habitaciones ambientadas por artistas gays y exposiciones itinerantes en cada piso. Este hotel se encuentra en Queer West Village –un barrio casi gay, con muchas galerías, locales de diseño y restaurantes–, el paseo de moda de Toronto, una ciudad que seduce por su impronta neoyorquina –multicultural y cosmopolita–, pero en frasco pequeño.

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