Looking, la serie publicitada como la versión queer y superadora de Sex and the City, se queda corta para semejante epíteto. El ingenio y la novedad brillan por su ausencia en la pantalla de HBO.
› Por Daniel Link
La nueva serie de HBO de temática gay fue promocionada como el siguiente paso evolutivo después de Sex and the City, Queer as Folk y Girls. Nada de eso es cierto, porque el mundo se ha vuelto imperceptible y progresivamente cada vez más homofóbico y, por lo tanto, Looking no es sino el resultado de un manojo de concesiones y compromisos que terminan arruinando el efecto general del producto.
Dicho esto, defendamos a Looking porque en los diarios podemos leer con pena lo que pasa en las calles de la alguna vez iluminada París, en los estadios rusos y en los tribunales norteamericanos, donde el sexo sin condón es considerado un crimen capital, y mejor es este espectáculo desabrido de gente común y corriente con problemas sentimentales que cualquier forma de descalificación.
Las páginas de control parental norteamericanas subrayan que la serie explora la vida de tres amigos gay (cierto) “con discurso franco y realismo sexual” (falso) y que los personajes “beben socialmente, ocasionalmente fuman marihuana y visitan sitios de citas como OkCupid y Manhunt” (cierto). De hecho, luego de la sorpresa inicial por la no mención (o uso) de la página Adam4Adam, muy popular en California, me abrí un perfil en OkCupid para ver qué onda y perdí una tarde entera contestando 559 preguntas idiotas sobre Dios, las mascotas, el sobrepeso, la guerra nuclear, el cepillado de dientes y los celos. Primer compromiso: Looking establece dos patrones de relación homosexual: el sentimental-identitario (que pasa por OkCupid y Grindr) y el sexual-desidentitario (que pasa, como en todo el mundo, por Manhunt) y se mueve con extrema cautela en las zonas de intersección de esos dos arcos.
Desarrollada por Michael Lannan y Andrew Haigh (director de la película Weekend) para HBO, Looking (cada capítulo repite el título: “Buscando para ahora”, “Buscando uncut”, “Mirando tu historial de Internet”, etcétera) sigue la vida cotidiana de Patrick (Jonathan Groff, Glee, Boss, “amigovio” de Zachary Quinto), un atribulado desarrollador de juegos de consola, su amigo cubano Agustín (Frankie J. Alvarez, Smash), que acaba de mudarse con su novio, y Dom (Murray Bartlett, Guiding Light), ninguno de los cuales está satisfecho con su vida: Patrick, porque es un idiota parlanchín que no consigue ni sexo ni amor, Agustín porque es un artista fracasado, y Dom porque ya se siente viejo (es unos diez años mayor que los otros) y no ha encontrado su lugar en el mundo (quiere poner un restaurante, pero es camarero).
La cinematografía de la serie es extraordinaria y las actuaciones son correctas, aunque el casting es desangelado (en el tercer capítulo aparecerán como invitados el arrollador actor inglés Russell Tovey (Being Human) y Scott Bakula (Murphy Brown, Star Trek: Enterprise), que todavía resiste un sauna. Segundo compromiso: la sociología de la serie aspira en demasía a la representatividad (tanto en lo étnico como en lo caracterológico) para que se justifique la convivencia de latinos, pelirrojos de Colorado, jóvenes y viejos, sentimentales y cínicos, tímidos y atrevidos, como parte de la misma pandilla. No une a los personajes, ni la escuela, ni el gimnasio, ni el barrio... sino sólo un plot demasiado preocupado para agradar, al mismo tiempo, a las audiencias más alocadas y a las más mainstream (HBO). Pero en su mismo carácter módicamente concesivo, Looking tal vez sirva para algo en los países más alejados de la racionalidad (Europa y los Estados Unidos). Ultimo compromiso: la serie pretende demostrar que las locas son inofensivas.
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