Viernes, 7 de marzo de 2014 | Hoy
Por Laura Arnés
Fue en el Día de San Valentín: infinitos mensajes de odio, de denuncia y de apoyo. No, nada tenía que ver la santa celebración del amor. O, tal vez, sí. Googoosh había subido su nueva balada “Behesht” (“Edén”) a Facebook. Su vestido, la noche y los ojos afligidos: “No podemos volver atrás, sé que estos sentimientos no deberían ser, pero son”, canta acompañada por una orquesta que nos transporta a Las mil y una noches. Googoosh (1951) fue una de las mayores celebridades de Irán en los ’70: actriz y estrella pop. Su padre, acróbata y actor, le presentó el escenario y la bautizó con ese nombre que no figura en su partida de nacimiento porque es de varón. Googoosh fue furor. Pero después de la revolución iraní del ’79, escuchar cantar a una mujer fue cosa prohibida y Googoosh, que decidió permanecer, tuvo que callar. “Para escapar de este infierno, no hay otro modo que terminar con esta vida”, continúa el tema. Ella calló pero, gracias a la circulación pirata, sus fans aumentaron a lo largo de los años. En el 2000, apoyada por la comunidad iraní en Estados Unidos, la extravagante rubia comenzó una gira mundial y se exilió en Canadá. Hoy, su página de Facebook tiene más de un millón y medio de seguidores.
Sus videos mantienen el sabor de otra época, pero los géneros cinematográficos siempre están travestidos. El clip de “Nemidouni” (“No sabes”) es la fusión en blanco y negro de un Occidente posmoderno y un Oriente que no puede evitar contaminarlo todo; “Noghteye payan” (“El punto final”) es una escena de cine noir, una intriga con nazis, espías y pasión.
Pero volviendo a “Behesht”: “No me digas que le huya al amor, no podrías hacerlo, yo tampoco”, comienza la canción del escándalo, mientras el video muestra a Googoosh con flashes de lo que parecería ser un video casero, una chica haciendo todas esas cosas que en el imaginario amoroso hacemos al recibir un propuesta de casamiento: la sonrisa y las caricias, un parque, el beso y las manos anudadas en el subte, las entradas sorpresa para un recital de la diva, la presentación familiar. No se comprende bien la violencia de un grupo de varones en el subte y la cara de desaprobación del padre. Hasta el final, cuando vemos que entre el público del recital está nuestra protagonista con quien la expectativa no la situaba: otra mujer. Y luego la frase con la que termina el video: “Libertad para amar. Para todxs”.
Desde un punto de vista feminista, anclado en la Argentina post-leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género, el video no deja de ser un lugar común, criticable por mil detalles. Un poco cursi, predecible. Y la letra de la canción, tristísima. Pero es un alto gesto político. De una valentía que creo, como occidentales, ni siquiera podemos llegar a entender. Ella es mujer, tiene más de sesenta años y no es lesbiana. Es el primer personaje público iraní que se posiciona a favor de la comunidad LGBT. Los mensajes que circulan la tildan de “antirrevolucionaria” y “monárquica”. Muchos piensan que con este video arruinó su renaciente carrera. Otros lo acusan de obsceno, catalizador de la decadencia en la sociedad iraní. Y es lógico: en Irán, la homosexualidad está penada con cárcel, e incluso con la muerte. Hoy es el día de la visibilidad lésbica aquí. Probablemente Googoosh no lo sepa. Pero no importa. Lo que importa no es la fecha, sino ese gesto que, para algunos, descubrió uno de los secretos mejor guardados de Oriente y, para otros, abrió un tesoro: el de la afirmación y la esperanza.
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