Bollywood y Naciones Unidas se unieron para dar un mensaje de bienvenida a la diversidad sexual en territorios donde todo desvío a la norma es tabú. El resultado es una suerte de clip que se puede visitar en YouTube. ¿La novedad? La alegría y el sentido del humor al servicio de los derechos humanos.
› Por Laura A. Arnés (BF)
Digo India y llega un aroma a curry especiado. Imagino pieles aceitunadas, manos tatuadas con henna. Lxs más espirituales, probablemente, den cuerpo a mantras o asanas, y lxs avezadxs en música quizá sepan que la escala tonal tradicional es diferente a la occidental; quienes gustan de la historia, referirán al sistema de castas y a la existencia de lxs hijras (colectivo “divino” de castradxs, transexuales, transgéneros y/o intersexuales). Pero, además, India es uno de los cinco países no signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear y uno de los tantos en el que la homosexualidad sigue siendo más que tabú.
Recién en 2008 se celebraron, allí, las primeras marchas del orgullo y fueron cuatro las ciudades que portaron el estandarte multicolor: Bangalore, Calcuta, Delhi y Pondicherry. Lamentablemente, a pesar de la lucha del colectivo LGBT –y de un tira y afloja legal–, en 2013 el Código Penal fue ratificado: en la actualidad, el sexo entre personas del mismo género volvió a ser pasible de castigo. En este sentido, Naciones Unidas insiste en que la descriminalización de la homosexualidad sería un paso fundamental en la lucha contra el VIH/sida, pero no obtiene mayores resultados. Y, sin embargo, este año, la Corte Suprema de Justicia sorprendió al reconocer la existencia de un tercer género –ni femenino, ni masculino– y adjudicarle al colectivo los derechos que reclamaba. Por otro lado, Bollywood viene proponiendo una serie, bastante interesante, de películas LGBT: Fire (1996), es ya un clásico; Mango soufflé (2002) participó en varios festivales; y My Brother Nikhil (2005) es la primera en tocar la problemática del VIH. The Pink Mirror (2006) todavía está prohibida en su país de origen y, por supuesto, son muchas las comedias románticas/dramáticas –como Honeymoon Travels Pvt Ltd (2007) o You Can’t Curry Love (2009)– que Bollywood ofrece.
Y dado que hablamos de Bollywood y Naciones Unidas, cabe mencionar otro dato: Bombay Dost, la primera revista LGBT lanzada en los días pre Internet de 1990 (y cancelada en 2002), fue relanzada en 2009 gracias a la ayuda procedente de N.U. y con la eficaz presencia de Celina Jaitley: gran estrella de Bollywood, Miss India 2001 y una de las más famosas defensoras de los derechos LGBT del país. Todo un CV. Pero calma, estos datos tienen una razón de ser: este año, Celina, Bollywood y Naciones Unidas se juntaron para lanzar un corto musical titulado The Welcome (La bienvenida).
“Hoy el señorito viene con su amigo especial”, dice un primer personaje, mientras en el jardín hombres y mujeres se ajetrean para llenarlo de flores y lámparas de papel, al mejor estilo –un poco for export– de La boda (esa otra película donde también hay un secreto). Mientras, la abuela, matriarca, mira el bullicio desde un sillón y Celina, entre saris, canta con ritmo pegadizo: “Dejemos salir esta canción”. El mensaje está dirigido a una clase, no hay dudas. Y, como es habitual en el activismo mainstream, no reniega de la familia, ni del amor, porque lo que se busca es la inclusión. Sin embargo, llamó mi atención el énfasis en que “es un nuevo look, una nueva actitud. Se pueden preguntar por la pérdida de las viejas costumbres, pero a quién le importa qué le gusta a quien”. Esta frase, claro, podría ser una banalización de la homosexualidad. Sin embargo, la novedad en tanto cambio también puede ser una revolución: una transformación de las instituciones políticas, del estado de las cosas. Un giro, una inquietud, un movimiento. Pero, además, a tono con la famosa afirmación de la anarquista Emma Goldman (“si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”), el clip recupera algo del espíritu que alguna vez nuestro colectivo tuvo en cantidades: la alegría, el baile y la carcajada. La capacidad de reírse de sí mismo, de lxs otrxs y con lxs otrxs. Porque la risa, sin lugar a dudas, es celebración pero, también, instante de peligro, insolencia. En tanto acción que no puede ser ordenada, ni organizada, la risa vulnera jerarquías, destrona al poder y, en este sentido, la risa da cuenta de la ridiculez del mundo. Por eso, nunca debemos olvidar que la risa de lxs excluidxs e inadaptadxs (nuestra risa) es un asunto muy serio.
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